MADRID, 5 Sep. (EDIZIONES) –
Si lo piensas fríamente, pasas unas 8 horas al día en la misma postura, ya sea trabajando en la oficina o de pie en un mostrador. Y en más de una ocasión te ha dolido el cuello y la espalda. Según la OMS, la falta de actividad física es uno de los principales factores de riesgo de mortalidad en el mundo, contribuyendo a más de tres millones de muertes.
Además, tal y como señala el entrenador personal y especialista en entrenamiento de fuerza, movilidad y readaptación Aleix Arimany en su libro ‘¡Muévete más, vive mejor!’ (OBERON), muchas veces, por miedo a hacernos daño, «nos volvemos más sedentarios y eso a su vez aumenta el riesgo de lesiones y de dolores».
«El impacto del sedentarismo está muy claro en nuestra sociedad actual, con problemas como hipertensión, diabetes y otras enfermedades. No moverse implica todo esto y a veces no nos damos cuenta porque estamos en una rutina tan sedentaria que lo damos por hecho», expone Arimany.
De este modo, defiende que moverse de forma «constante y variada» es el primer paso para mantener nuestro cuerpo en equilibrio y mejorar nuestra calidad de vida. En su libro, describe que cuando nos movemos no solo ayudamos al corazón a bombear sangre con más eficiencia, sino que también favorecemos que el oxígeno y los nutrientes lleguen a todos los tejidos. «Esto significa que las células de tu cuerpo se alimentan y regeneran mejor, aumentando tu energía y reduciendo la sensación de fatiga», subraya.
Este experto en ejercicio y actividad física afirma que el movimiento también beneficia a nuestros músculos y articulaciones, ya que, al movernos, activamos los músculos para que se oxigenen y mantengan su fuerza. Además, moverse ayuda a distribuir el peso y la tensión de manera equilibrada en todo el cuerpo, logrando como resultado «un cuerpo más estable y menos propenso a dolores, lesiones o desequilibrios posturales».
«A nivel mental, el movimiento nos ayuda a generar endorfinas, que mejoran nuestro estado de ánimo y favorecen nuestro bienestar emocional. Además, el ejercicio tiene un contexto social que contribuye a ese mejor estado emocional», enfatiza Arimany.
MOVERSE AUNQUE HAYA DOLOR
Sin embargo, se plantea si es conveniente realizar ejercicio si existe dolor, dado que muchas personas asumen que «el dolor es parte de envejecer». A esto, Arimany responde: «No porque haya dolor o nos hagamos viejos tiene que haber dolor».
Asimismo, a pesar del dolor, se debe hacer ejercicio. El ejercicio genera endorfinas que ayudan a disminuir la percepción de dolor. Además, para quienes sienten miedo a moverse, ejercitarse resulta beneficioso para reducir su malestar.
Asegura que las personas se dan cuenta de que pueden hacer cosas, lo que va eliminando barreras, y gradualmente esa sensación de dolor y miedo disminuye. «Al final pueden hacer ejercicio de forma segura y sentirse confiados para hacerlo«, concluye este especialista en ejercicio y movimiento, recordando que «el movimiento, en cualquier forma y en cada contexto individual, es una fuente natural de energía y vitalidad».
Para más información sobre hábitos de ejercicio y bienestar, visita nuestra sección de salud o consulta recursos externos como la guía de la CDC sobre actividad física.