MADRID, 8 Oct. (EDIZIONES) –
Se estima que en España hay entre 8.000 y 10.000 niños con alguna enfermedad reumática, ya que afectan aproximadamente a 1 de cada 1.000 niños. Entre ellas, la más frecuente es la artritis idiopática juvenil, de la que se diagnostican 10 nuevos casos al año por cada 100.000 niños menores de 16 años.
El doctor Daniel Clemente, portavoz de la SER y especialista en Reumatología pediátrica en el Hospital Niño Jesús (Madrid), nos explica a Europa Press Infosalus más sobre estas enfermedades y cómo sospechar ante ciertos síntomas.
El doctor señala que las enfermedades reumáticas pueden aparecer en cualquier etapa de la vida, aunque la incidencia puede variar según la patología: «Por ejemplo, la artritis idiopática juvenil oligoarticular tiende a manifestarse en la edad preescolar, especialmente entre los 2 y 4 años; mientras que la artritis idiopática juvenil poliarticular, con factor reumatoide positivo, es más común durante la adolescencia. Consideramos como enfermedades reumáticas pediátricas a aquellas que inician sus manifestaciones clínicas antes de los 18 años».
PRINCIPALES SIGNOS DE SOSPECHA
La mayoría de las enfermedades reumáticas presentan síntomas musculoesqueléticos, como dolor y/o hinchazón articular, rigidez y dificultades para realizar movimientos, explica el doctor Clemente.
No obstante, destaca que cuando un niño consulta por dolor o limitación articular, a menudo se atribuye inicialmente a traumatismos menores o lesiones deportivas, muy comunes a esta edad: «Solo si el dolor persiste o recurre se consideran otras posibilidades como las enfermedades reumáticas».
Además, el doctor enfatiza que la inflamación articular en lactantes y preescolares puede manifestarse solo como una cojera, o disminución de la actividad, que puede ser temporal y aparecer solo después de un reposo prolongado. «De este modo, los padres pueden observar limitaciones al vestir al niño o al comenzar a caminar por la mañana o después de una siesta», añade el miembro de la SER.
En algunos casos, también pueden verse afectados otros órganos, como la piel, los ojos o los vasos sanguíneos, así como manifestaciones sistémicas como fiebre o astenia, comenta el especialista. Además, señala que todas las manifestaciones pueden aparecer de manera repentina o de forma gradual a lo largo de semanas o meses.
«En cualquier caso, la sospecha clínica es fundamental. Así, ante la presencia de tumefacción articular, rigidez matutina, dolor persistente o fiebre con manifestaciones extraarticulares, debe solicitarse una evaluación por un reumatólogo», concluye el doctor.
PRINCIPALES PATOLOGÍAS REUMATOLÓGICAS EN LA EDAD INFANTIL
La artritis idiopática juvenil (AIJ) es la enfermedad reumática más prevalente en pediatría, según este experto. Sin embargo, realmente es un término que abarca todas las artritis crónicas de la infancia de causa desconocida, distinguiéndose varias categorías a partir del número de articulaciones afectadas, manifestaciones extraarticulares y marcadores inmunológicos en los primeros meses de evolución de la enfermedad.
«La categoría oligoarticular, que afecta a menos de 4 articulaciones, es la más común y en hasta un 30% de los casos asocia inflamación ocular, como la uveítis anterior crónica», indica el doctor Clemente.
Aunque menos comunes, también pueden iniciar en la infancia patologías como la vasculitis de Kawasaki o la vasculitis IgA; así como conectivopatías (enfermedades causadas por la inflamación de estructuras corporales debido a una desregulación del sistema inmune) como el lupus eritematoso sistémico o la dermatomiositis; así como enfermedades autoinflamatorias como la fiebre mediterránea familiar y el síndrome PFAPA.
¿POR QUÉ SURGEN?
La causa de las enfermedades reumáticas es desconocida, admite este reumatólogo, aunque indica que están caracterizadas por una alteración en la respuesta inmune, influenciada por una combinación de factores genéticos y ambientales, provocando un proceso inflamatorio en articulaciones y otros órganos.
«Cada vez hay más tratamientos que permiten a la mayoría de los niños con enfermedades reumáticas llevar una vida normal, aunque deban mantener estos tratamientos por períodos prolongados, o reintroducirlos tras un periodo sin necesidad, debido a recaídas o brotes de la enfermedad», subraya.
Esto puede ocurrir durante el seguimiento, tanto en la niñez como en la adultez, ya que puede persistir la alteración en la respuesta inmune a pesar del paso del tiempo. «Por ello, es importante que los pacientes mantengan seguimiento en consultas de Reumatología», recalca. Según datos de la SER, cerca de la mitad de los niños con alguna enfermedad reumatológica continúan con ella en la edad adulta.
ASÍ SE DIAGNOSTICAN
El diagnóstico de estas patologías se basa en gran medida en la integración de síntomas referidos por los padres y los hallazgos en la exploración física o ecografía musculoesquelética, que se ha convertido en una herramienta habitual en consulta, según el especialista del Hospital Niño Jesús (Madrid).
Sin embargo, este experto aclara que no existe prueba de laboratorio o de imagen que confirme aisladamente el diagnóstico de artritis idiopática juvenil, aunque son importantes para descartar otras causas de artritis o clasificar adecuadamente cada paciente. «Por ejemplo, la presencia de anticuerpos antinucleares está asociada a un mayor riesgo de uveítis en pacientes con artritis idiopática juvenil, pero su positividad sola no permite el diagnóstico sin evidencia de artritis», advierte el doctor Clemente.
De esta forma, el especialista en Reumatología pediátrica recuerda que un diagnóstico temprano facilita un tratamiento adecuado que logra detener o minimizar el proceso inflamatorio y prevenir complicaciones o secuelas, como alteraciones en el crecimiento o daño articular permanente. «Además, cuanto antes se inicie el tratamiento, más probabilidades hay de conseguir la remisión de la enfermedad y retirar el tratamiento sin recaídas», alerta este experto de la SER.
A su juicio, puesto que estas enfermedades pueden persistir en la adultez, es fundamental asegurar que los adolescentes tengan los conocimientos y habilidades requeridos para manejar su enfermedad con madurez e independencia: «Esto incluye información sobre su enfermedad y tratamientos, así como garantizar que puedan autoadministrarse los tratamientos. Es igualmente esencial fomentar que participen activamente en las revisiones con los profesionales sanitarios y en la toma de decisiones».
Asimismo, este doctor subraya la importancia de mantener una actividad física adecuada para un correcto desarrollo, por lo que, una vez controlada la enfermedad, se recomienda la realización de ejercicio y la participación en actividades deportivas, ya que no hay mayor riesgo de recaídas.
No obstante, enfatiza que el ejercicio debe realizarse sin causar dolor y dentro de los límites individuales que se establezcan, y que la actividad deportiva debe reanudarse gradualmente tras una recaída de la enfermedad. «En algunos casos, puede ser necesario un programa de ejercicio físico individualizado y supervisado por fisioterapeutas, especialmente en pacientes con secuelas articulares moderadas o severas o con enfermedades de larga duración», concluye el doctor Clemente.

