MADRID, 25 Oct. –
No es necesario alimentarse únicamente de ensaladas ni dedicar horas en el gimnasio para equilibrar los excesos de la vida moderna. Una dieta rica en grasas saturadas y azúcares, característico de la comida rápida y ultraprocesada, se ha relacionado con problemas de memoria y un incremento en la ansiedad y la depresión.
En un mundo donde los alimentos ultraprocesados y el sedentarismo son la norma, muchos se preguntan cómo lograr un equilibrio entre el placer y la salud mental.
Investigadores de la University College Cork (Irlanda) han demostrado que pequeños cambios en el estilo de vida, combinados con hábitos estratégicos, pueden ayudar a mitigar los efectos negativos de estos excesos innecesarios.
CÓMO MITIGAR LOS EXCESOS DE LA COMIDA RÁPIDA
Publicada en la revista ‘Brain Medicine’, esta investigación demuestra que correr de forma voluntaria puede contrarrestar los comportamientos semejantes a la depresión que inducen las dietas ricas en grasas y azúcares, relacionadas tanto con hormonas circulantes como con metabolitos intestinales.
Los hallazgos proporcionan información clave sobre cómo optimizar las intervenciones en el estilo de vida para promover la salud mental en una era de consumo generalizado de alimentos ultraprocesados.
El equipo de investigación expuso a ratas macho adultas a una dieta estándar o a una dieta rotativa de cafetería (dieta rica en grasas y azúcares), compuesta por diversos alimentos ricos en grasas y azúcares, durante siete semanas y media. La mitad de cada grupo dietético tuvo acceso a ruedas para correr. Este diseño experimental permitió a los investigadores aislar los efectos independientes y combinados de la calidad de la dieta y la actividad física sobre la función cerebral y el comportamiento.
Además, el estudio revela que correr voluntariamente en la rueda tenía un efecto conductual similar al de los antidepresivos en el contexto de una dieta de mala calidad, indicando que la actividad física puede ser beneficiosa para quienes siguen dietas de estilo occidental.
Los investigadores utilizaron metabolómica no dirigida para analizar el contenido cecal, revelando que la dieta de cafetería alteró drásticamente el metaboloma intestinal, afectando a 100 de los 175 metabolitos medidos en animales sedentarios. El ejercicio mostró efectos más selectivos, modulando solo un subconjunto de estos cambios.
EL EXPERIMENTO QUE REVELA EL PODER DEL EJERCICIO SOBRE LA MENTE
Tres metabolitos previamente vinculados a la regulación del estado de ánimo destacaron en su patrón de respuesta: la anserina, el indol-3-carboxilato y la desoxiinosina, todos disminuidos por la dieta de cafetería, pero parcialmente restaurados por el ejercicio.
La investigación empleó exhaustivas pruebas conductuales para evaluar múltiples dominios de la función cerebral. Aunque la dieta de cafetería por sí sola no afectó significativamente el aprendizaje espacial ni la memoria de reconocimiento en estas ratas adultas, el ejercicio produjo mejoras modestas en la orientación espacial. El equipo también examinó comportamientos similares a la ansiedad, encontrando efectos ansiolíticos sutiles del ejercicio, independientemente de la composición de la dieta.
Por otro lado, el análisis de hormonas plasmáticas reveló cambios metabólicos sorprendentes que coincidían con los hallazgos conductuales. La ‘dieta de cafetería’ elevó considerablemente las concentraciones de insulina y leptina en animales sedentarios, cambios que fueron atenuados significativamente por el ejercicio. Estas normalizaciones hormonales probablemente contribuyeron a los efectos protectores del ejercicio contra los cambios conductuales inducidos por la dieta.
La investigación también reveló interacciones complejas entre la dieta y el ejercicio sobre otras hormonas metabólicas. El ejercicio aumentó los niveles circulantes de péptido similar al glucagón 1 (GLP-1) en animales alimentados con pienso estándar, pero este efecto fue atenuado por la dieta de cafetería. Por el contrario, el ejercicio elevó los niveles de péptido YY (PYY) específicamente en ratas alimentadas con dieta ultraprocesada, sugiriendo mecanismos compensatorios que podrían ayudar a mantener la homeostasis metabólica bajo un desafío dietético.
El factor de crecimiento de fibroblastos 21 (FGF-21) mostró aumentos significativos en respuesta a la dieta de la cafetería, independientemente del nivel de ejercicio, mientras que los niveles de glucagón disminuyeron con la intervención dietética. Estos cambios hormonales multifacéticos resaltan las complejas respuestas endocrinas a los factores del estilo de vida y su posible papel en la mediación de los efectos sobre la función cerebral.
EL IMPACTO DE LA DIETA SOBRE LA FORMACIÓN DE NUEVAS NEURONAS
Quizás lo más intrigante del estudio fue que la dieta de cafetería interrumpió el aumento típico inducido por el ejercicio en la neurogénesis hipocampal adulta (formación de nuevas neuronas), medido por células doblecortina-positivas en el giro dentado. En animales alimentados con pienso estándar, el ejercicio incrementó significativamente la neurogénesis en toda la región hipocampal, una zona cerebral implicada en la emoción y la memoria. Este hallazgo sugiere que la calidad de la dieta puede alterar la capacidad del cerebro para beneficiarse de la actividad física a nivel celular.
El equipo de investigación realizó análisis de correlación para identificar relaciones entre metabolitos específicos y resultados conductuales. Varios metabolitos cecales, como el ácido aminoadípico y el ácido 5-hidroxiindol-3-acético, mostraron asociaciones negativas con el rendimiento cognitivo. Estas correlaciones fueron independientes de la condición experimental, lo que sugiere relaciones fundamentales entre los perfiles de metabolitos intestinales y la función cerebral.
El estudio plantea preguntas importantes sobre la secuenciación óptima de las intervenciones en el estilo de vida. Los hallazgos sugieren que, aunque el ejercicio puede beneficiar el estado de ánimo independientemente de la calidad de la dieta, obtener beneficios neuroplásticos completos podría requerir atención al estado nutricional. Esto tiene implicaciones para el diseño de intervenciones que maximicen tanto la viabilidad como el impacto biológico.
CÓMO EL EJERCICIO MEJORA LA MEMORIA Y REDUCE LA ANSIEDAD
La investigación también abre nuevas direcciones para el estudio de metabolitos específicos como posibles dianas terapéuticas. Los efectos protectores del ejercicio sobre los niveles de anserina, indol-3-carboxilato y desoxiinosina sugieren que estos compuestos podrían servir como biomarcadores o incluso agentes terapéuticos en los trastornos del estado de ánimo. Las sólidas correlaciones entre metabolitos intestinales específicos y medidas conductuales respaldan el creciente interés en el eje microbiota-intestino-cerebro como objetivo para intervenciones de salud mental.
Esta investigación representa un avance significativo en la comprensión de los mecanismos biológicos que vinculan la dieta, el ejercicio y la salud mental, ofreciendo nuevas perspectivas sobre cómo los factores del estilo de vida interactúan a nivel molecular y celular para influir en la función cerebral.
Los hallazgos desafían los paradigmas existentes sobre la relación entre la salud metabólica y la salud mental, al mostrar que el ejercicio puede tener efectos similares a los de los antidepresivos, incluso en el contexto de malas elecciones dietéticas.
LIMITACIONES DEL ESTUDIO
La principal limitación del estudio es que se realizó en ratas macho adultas, por lo que los resultados no pueden extrapolarse directamente a humanos sin más investigación. Aunque los resultados ofrecen indicios claros de cómo el ejercicio puede contrarrestar efectos negativos de dietas poco saludables, aún se necesita investigación en poblaciones humanas para confirmar su aplicabilidad y extensión.

