MADRID 10 Jul. –
El 24,4 por ciento de la población española considera que las personas fumadoras deben asumir las consecuencias si desarrollan cáncer de pulmón, viéndolas como responsables de la enfermedad. Esto indica que aún persiste cierto estigma social. Sin embargo, la mayoría (61,7%) mantiene una postura más empática, señalando que nadie merece sufrir una enfermedad así.
Estos datos provienen del Barómetro ‘ESCAPE’ de percepción social sobre el Estigma del Cáncer de Pulmón en España, realizado por la Lung Ambition Alliance (LAA) en colaboración con cerca de una veintena de organizaciones y con la participación de 5.001 españoles.
«Esto no debería ser así porque el que fuma es un adicto y es una persona enferma y debe recibir nuestro apoyo y nuestra ayuda», ha afirmado el director del Departamento de Neumología de la Clínica Universidad de Navarra, Luis Seijo, tras la presentación de los resultados del barómetro.
Según Seijo, que haya personas que piensen así —que podrían sumar más de 10 millones de españoles si se extrapolan los datos— puede «romper el sistema» al considerar que el coste de los programas de cribado o de los cuidados sanitarios de cáncer de pulmón debería ser asumido solo por quienes fuman. «En mi opinión, eso no debe ser así. Somos un país solidario y nuestro Sistema Nacional de Salud debería tener en cuenta que nadie tiene lo que se merece y que todos merecen atención», ha subrayado.
En la misma línea, el presidente de la Asociación Española de Afectados de Cáncer de Pulmón (AEACaP), Bernard Gaspar, ha destacado que este estigma tiene consecuencias emocionales en los pacientes. «La sociedad debe dar mensajes de apoyo y esperanza a quienes han llegado a esta adicción», ha enfatizado.
Además, el estudio revela que un 22,3 por ciento de la población aún percibe el hábito tabáquico como una decisión personal, aunque el 68,3 por ciento lo considera una adicción, no una elección voluntaria, principalmente entre mujeres.
DESCONOCIMIENTO EN TORNO AL CRIBADO
El cáncer de pulmón es el más diagnosticado y causa más muertes a nivel mundial. En 2025, se prevé un aumento de casos en España, con cerca de 35.000 nuevos diagnósticos. Sin embargo, la supervivencia puede alcanzar el 80 por ciento si se detecta en fases iniciales.
«Este problema es evitable; nadie nace con la necesidad de fumar. Además, es un problema con solución que se puede curar si se detecta a tiempo», ha destacado el jefe del Servicio de Cirugía Torácica del Hospital Clínico San Carlos.
En este contexto, el cribado de cáncer de pulmón juega un papel crucial. La prueba consiste en una tomografía computarizada (TAC) de baja dosis, recomendada por sociedades científicas internacionales para personas fumadoras y exfumadoras.
No obstante, el 66,9 por ciento de los encuestados en el Barómetro ESCAPE desconoce qué es el cribado de cáncer de pulmón. En concreto, un 30,2 por ciento admite que no sabría cómo definirlo; solo un 33,1 por ciento afirma que está destinado a personas en riesgo, y un 76,6 por ciento cree erróneamente que debe hacerse a toda la población.
Además, solo un 5,7 por ciento identifica correctamente la prueba diagnóstica como un TAC de baja radiación, mientras que un 6,2 por ciento la confunde con una radiografía simple de tórax, que el doctor Seijo ha señalado que no tiene la suficiente precisión según la evidencia científica.
A pesar de esto, tres de cada cuatro personas (75,1%) afirman que participarían en un programa de cribado si fueran candidatas, evidenciando una alta disposición de la población, incluso sin pleno conocimiento de la prueba. La participación es aún más elevada entre exfumadores, alcanzando el 82,1 por ciento.
Respecto a quién debería financiar este cribado, una amplía mayoría (83,7%) sostiene que debería ser costeado por el Sistema Nacional de Salud. Esta afirmación es más común entre quienes fuman (88,7%) y exfumadores (91,1%) que entre quienes nunca han fumado (79,1%), siendo más predominante entre mujeres y mayores de 45 años.
PREVENCIÓN Y CONCIENCIACIÓN
En cuanto a prevención, el 74,8 por ciento de la población cree que el cáncer de pulmón se puede evitar siguiendo ciertas pautas, destacando principalmente no fumar, pero también evitando la contaminación ambiental, reduciendo la exposición al radón, llevando una vida activa y manteniendo una alimentación saludable.
La población muestra conocimiento sobre la enfermedad y sus síntomas. Los más reconocidos son la tos persistente (70%), la presencia de sangre en el esputo (59,6%) y la falta de aire (57,6%). Asimismo, el 41,2 por ciento identifica correctamente que puede ser una enfermedad asintomática, algo que ocurre especialmente en etapas iniciales, lo que resalta la importancia del cribado para una detección precoz.
En caso de un diagnóstico potencial, la ciudadanía acudiría mayoritariamente a médicos especialistas (73,7%) y a su médico de familia (65,1%), relegando a segundo plano a las asociaciones de pacientes (24,7%). Las generaciones más jóvenes tienden a recurrir con mayor frecuencia a internet o redes sociales, lo cual plantea retos y oportunidades en la difusión de información fiable.
Solo un 35,9 por ciento de la población dice conocer a alguien cercano con esta enfermedad, y casi la mitad (48,1%) no tiene ningún caso en su entorno. Este dato contribuye a explicar el escaso conocimiento sobre esta patología.
PERCEPCIÓN ERRÓNEA SOBRE LOS VAPERS
Por otro lado, durante la presentación del barómetro, los expertos coincidieron en la percepción errónea que tiene la población respecto a los vapers y los nuevos productos de tabaco, creyendo que son inofensivos y no representan riesgos para la salud.
El doctor Seijo ha expresado que este es un problema preocupante, ya que encuestas en EE. UU. revelan una baja percepción de riesgo en comparación con el tabaco tradicional, a pesar de que hay más estudios que demuestran los daños de los cigarrillos electrónicos. «También existe preocupación acerca de si el vaper contiene nicotina y se convierte en una puerta de entrada al tabaco», ha afirmado.
Por su parte, Bernard Gaspar ha cuestionado por qué no se imponen ya límites al respecto, dado que se conocen los riesgos. «Lo primero que debería hacerse es establecer barreras, como se hizo en 2007 con la Ley Antitabaco«, ha indicado.