MADRID, 29 Jul. –
Los abortos espontáneos son más comunes de lo que la mayoría suele pensar. Probablemente conocemos a alguien que ha enfrentado este difícil proceso, que aunque es frecuente, representa un dolor considerable tanto físico como emocional.
De hecho, uno de cada cuatro embarazos reconocidos resultan en aborto espontáneo, lo que significa que experimentan una pérdida antes de las 20 primeras semanas de gestación. Este riesgo disminuye a medida que la gestación avanza, siendo la mayoría de estos episodios ocurren durante las primeras 12 semanas, y al alcanzar el segundo trimestre, el riesgo se reduce al 1-5%.
“La mayoría de los abortos son espontáneos. La mayor parte de las personas que han sufrido un aborto tienen la misma probabilidad de tener un embarazo normal en la siguiente ocasión, como cualquier otra persona”, asegura la destacada ginecóloga internacional y experta en salud reproductiva Karen Tang.
Tang responde a varias preguntas porque ha publicado ‘No es histeria’ (Diana), una guía sobre salud reproductiva de la mujer, y que incluye un capítulo dedicado específicamente a los abortos espontáneos.
HAY MÁS ABORTOS DE LOS QUE PENSAMOS
Además, sostiene que la tasa de abortos espontáneos podría ser incluso mayor al 25%, ya que, argumenta, muchas pérdidas ocurren antes de que la persona se dé cuenta de que ha estado embarazada. “Hasta un 70% de los óvulos fecundados terminan en aborto espontáneo”, aclara.
Para diagnosticar un aborto espontáneo, Tang señala que se puede identificar mediante los síntomas típicos, como el sangrado vaginal o el dolor, o durante la primera consulta de rutina con el ginecólogo o la matrona. “Suele confirmarse a través de ecografías pélvicas, análisis de sangre para verificar los niveles hormonales del embarazo, y un examen pélvico para comprobar si hay sangrado o expulsión del tejido”
FACTORES DE RIESGO
La especialista también menciona que existen ciertas circunstancias que pueden influir en los abortos: “Por ejemplo, si uno de los progenitores presenta un problema genético que afecta al embrión, o si hay alguna anomalía anatómica en el útero, como un septo o un mioma, que presiona la cavidad uterina de la mujer.”
Ella señala en el libro que “más de la mitad de los abortos espontáneos se deben a anomalías en los cromosomas del embrión”, problemas que surgen por azar a medida que las células del embrión se dividen y no suelen ser indicativos de un problema heredado de los padres para futuros embarazos.
Además, destaca que hay factores de salud que pueden aumentar el riesgo de aborto, como el consumo de tabaco, alcohol y drogas; aunque otros factores, como la edad y los problemas genéticos, no son modificables. Sin embargo, el riesgo de aborto puede disminuir al recurrir a técnicas de reproducción asistida.
NO ES TU CULPA
Es importante señalar, como advierte esta ginecóloga, que existen varios mitos sobre actividades que se deben evitar para prevenir la pérdida de un embarazo, como practicar deportes, tener relaciones sexuales, levantar objetos, el estrés o el trabajo.
“Los abortos espontáneos generalmente son causados por anomalías cromosómicas que ocurren de manera espontánea, o por problemas de salud fuera del control de la persona. Enfrentar la pérdida de un embarazo es extremadamente difícil, y nadie debería sentirse culpable por haberlo provocado debido al estrés o al trabajo excesivo. Muchos piensan que podrían haberlo causado por hacer ejercicio o estar muy estresados. Es crucial desmitificar esto. Simplemente son situaciones de mala suerte”, enfatiza Tang.
QUÉ SE PUEDE HACER
Finalmente, resalta que hay acciones que pueden tomarse para prevenir abortos, tal como afirma esta ginecóloga graduada de Columbia y Harvard: “Por lo general, comenzamos a realizar pruebas una vez que alguien ha tenido dos o tres abortos, ya que uno es bastante común, y normalmente en el siguiente embarazo se tiene un resultado positivo. No obstante, tras más de uno, comenzamos a buscar la causa con el fin de tratar de evitarlo”.
Se estima que en más del 50% de los casos de abortos recurrentes, no se identifica anomalía alguna, lo que implica que las pérdidas fueron de causa desconocida. “La buena noticia es que la mayoría puede tener un embarazo normal en el futuro. Un estudio demostró que el 77% de las personas con un historial de abortos recurrentes finalmente lograron dar a luz, y el índice de éxito fue del 71%, incluso si se identificó algún factor de riesgo durante las pruebas”, añade.
Las pruebas pueden incluir desde una exploración física básica, chequeos comunes y la búsqueda de problemas como diabetes, trastornos tiroideos, enfermedades renales, cardiopatías, y el síndrome antifosfolipídico. Sin embargo, como repite, “la mayoría de las veces no se trata de algo que la persona haya hecho mal”.
Por último, reconoce que un aborto espontáneo puede ser “extremadamente doloroso y complicado”, y que la terapia psicológica por parte de un profesional en salud mental puede ser útil para aquellas parejas o personas que atraviesan este proceso.