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Cómo ajustar tus productos de belleza en otoño para reparar los daños del verano en tu piel.

Cómo ajustar tus productos de belleza en otoño para reparar los daños del verano en tu piel.

   MADRID, 9 Oct. –

   Después del verano, muchas personas notan la piel más seca, áspera, y con falta de luminosidad. El sol, el cloro de las piscinas, y la sal del mar dañan la barrera cutánea y favorecen la pérdida de agua, lo que provoca tirantez, irritación, y descamación.

En este reportaje, una experta dermatóloga explica por qué ocurre este cambio estacional en nuestra piel, y cómo adaptar la rutina de cuidados en otoño para hidratarla, exfoliarla y devolverle su brillo natural.

   En una entrevista, María Agustina Segurado, dermatóloga especialista del Hospital Universitario del Sureste de Madrid (Arganda del Rey) y de Sclinic en Madrid, nos detalla que, con la explosión solar, el viento, la sal, y el cloro de las piscinas, la piel pierde considerablemente agua, además de la que se origina por el sudor con las altas temperaturas.

   «La piel se vuelve más seca con más tendencia a la descamación, de forma que la notamos como áspera y tirante. Por otro lado, conocemos que uno de los mecanismos de defensa ante el sol es el bronceado, que se produce por la síntesis de melanina. Pero otro mecanismo de defensa frente a la exposición solar prolongada es el aumento de grosor de la epidermis, como si la piel quisiera crear una barrera física para defenderse del sol. Esto contribuye a esa sensación de piel gruesa, áspera y con falta de luminosidad por ese acúmulo de ‘células muertas'», subraya esta especialista.

CÓMO AFECTAN EL CLORO Y LA SAL A NUESTRA PIEL

   Pero, por si no fuera poco, sostiene que el cloro de las piscinas y la sal del mar pueden sensibilizar nuestra piel, y es común que, sobre todo, los primeros días sintamos una sensación de picor, de escozor, o incluso de irritación.

   «Tanto el cloro como la sal se depositan sobre nuestra piel y aumentan la pérdida de agua transepidérmica, como si fueran esponjas. Los componentes de la sal del mar y del cloro pueden actuar como irritantes, sobre todo en pieles más sensibles, y producir dermatitis. Por eso es recomendable aclararse con agua de la ducha y aplicar productos ‘aftersun’, o alguna crema calmante después de la exposición», añade.

DEBEMOS CAMBIAR DE CREMAS CORPORALES O COSMÉTICOS PARA LA CARA CON LA LLEGADA DEL OTOÑO Y EL FRÍO DEL INVIERNO?

   Además, destaca la doctora Segurado que, generalmente, al terminar el verano volvemos a ciudades donde la polución es un agente dañino para nuestra piel.

   «En estos ambientes hay que contar también con la sequedad ambiental, el frío, y los cambios de temperatura de frío a calor con las calefacciones. Todo esto hará que nuestra piel esté más seca, descamada, y que se vuelva más sensible y con tendencia a rojeces y dermatitis», advierte.

   Por eso, considera que se debería aumentar la hidratación corporal usando lociones o cremas más hidratantes, que contengan urea, glicerina, o pantenol, que ayudan a retener agua en la piel. «En cuanto al cuidado facial, los antioxidantes como la vitamina C, la vitamina E, la coenzima Q10 o el ácido frutícola, nos ayudarán a mitigar los daños de la contaminación, mientras que los agentes calmantes y antiinflamatorios como la niacinamida, el bisabolol o la caléndula impedirán que nuestra piel se sensibilice.

   En específico, esta dermatóloga precisa que, según la rutina que tengamos, hay que considerar qué necesitamos:

1- Combatir la piel deshidratada con geles cremosos de limpieza o aceites de baño, lociones o cremas superhidratantes, por ejemplo, aquellas que lleven urea, que además ayudan a eliminar células muertas; junto a esto es recomendable realizar una exfoliación periódica para suavizar y uniformar la piel.

2- Combatir la falta de luminosidad con antioxidantes como la vitamina C, ácido ferúlico, o coenzima Q10, alfahidroxiácidos como el glicólico, alternando con retinol, y a la concentración que se tolere.

3- Combatir las manchas si han aparecido combinando agentes antioxidantes, como la vitamina C, con despigmentantes como la hidroquinona, ácido tranexámico, ácido kójico, o retinol; no tiene por qué ser necesario cambiar todo, pero sí que adaptemos nuestra rutina a las nuevas condiciones de nuestra piel para ayudarla a recuperarse.

PROTECCIÓN SOLAR TODOS LOS DÍAS DEL AÑO

   A su vez, la experta del Hospital Universitario del Sureste de Madrid insiste en la importancia de la protección solar «todos los días del año» porque, aunque no sintamos calor, la radiación UVB y UVA siguen llegando a la piel, acumulando su efecto.

   «En el largo plazo, se traducirá en manchas, arrugas, lunares, y lesiones que pueden ser precoces para el cáncer. Además, está demostrado que el mejor cosmético antiedad es un buen protector solar», resalta esta especialista.

   Finalmente, sostiene que cada vez es más evidente que la alimentación y los hábitos de vida modifican la expresión de nuestros genes: «Esta teoría de envejecimiento se llama ‘epigenética’ y estudia cómo una adecuada alimentación basada en frutas, verduras y proteínas, junto con una adecuada ingesta de líquidos, sobre todo agua e infusiones, en torno a 2 litros al día, un sueño de 7-8 horas y ejercicio físico diario, nos ayudarán a ralentizar nuestro envejecimiento».

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