MADRID, 12 Sep. –
El director del Instituto de Dermatología Integral, Miguel Sánchez, ha afirmado que la dermatitis atópica es una patología inflamatoria crónica caracterizada por episodios de picor intenso, enrojecimiento, sequedad y descamación; no obstante, su impacto «va más allá de lo físico», afectando notablemente la calidad de vida de quienes la padecen.
«El picor constante, la alteración del sueño, la aparición de lesiones visibles en la cara o manos y la necesidad de cuidados continuos hacen que los pacientes enfrenten limitaciones en su vida diaria, sus relaciones sociales y, en muchos casos, su estado emocional», ha explicado Sánchez Viera.
La National Eczema Association y la Asociación de Afectados por Dermatitis Atópica coinciden en señalar que esta enfermedad genera consecuencias que frecuentemente pasan desapercibidas: cansancio, disminución del rendimiento escolar o laboral, vergüenza por la apariencia de la piel y un mayor riesgo de desarrollar ansiedad y depresión.
«Muchos pacientes se sienten incomprendidos porque, desde el exterior, se tiende a pensar que es solo un problema de piel seca. Sin embargo, se trata de una enfermedad crónica que puede influir en cómo una persona duerme, se relaciona o trabaja», añade Sánchez.
En España, la dermatitis atópica afecta aproximadamente al 20 por ciento de los niños y entre el 1 y el 3 por ciento de los adultos, cifras que se han duplicado en la última década. Aunque en la gran mayoría de los casos los síntomas disminuyen con la edad, en otros persisten en la adultez, con un impacto prolongado en la calidad de vida.
TRATAMIENTOS Y AUTOCUIDADOS: CLAVES PARA MEJORAR LA CALIDAD DE VIDA
Si bien no existe una cura definitiva, el experto asegura que hoy en día los pacientes cuentan con tratamientos eficaces que permiten controlar los brotes y mitigar su impacto en la vida diaria. Desde el uso constante de cremas hidratantes y emolientes hasta terapias farmacológicas más avanzadas como los fármacos biológicos, el enfoque debe ser siempre individualizado.
«El objetivo del tratamiento no es solo controlar los síntomas, sino también devolver al paciente su calidad de vida, evitando que la enfermedad condicione su descanso, sus relaciones personales o su bienestar psicológico», subraya Sánchez.
Para mejorar la calidad de vida de los pacientes con dermatitis atópica, el dermatólogo indica que es fundamental mantener la piel hidratada a diario con productos específicos, controlar el estrés -uno de los principales desencadenantes de los brotes- y optar siempre por ropa de algodón o lino, evitando la lana y los tejidos sintéticos que irritan la piel. También conviene procurar ambientes húmedos, utilizando humidificadores y evitando cambios bruscos de temperatura.
Finalmente, ante la aparición de brotes, lo más recomendable es consultar al dermatólogo en lugar de recurrir únicamente a remedios caseros, ya que un diagnóstico y tratamiento adecuados permiten manejar mejor la enfermedad y reducir su impacto en la vida diaria. Además del control de los brotes, es importante el seguimiento periódico por parte del dermatólogo, lo cual suele ayudar a que el paciente se adhiera al tratamiento y a las rutinas saludables que facilitan su prevención.
A pesar de su alta prevalencia, la dermatitis atópica sigue siendo una enfermedad poco conocida y, en muchos casos, infradiagnosticada. «Es fundamental que la sociedad y el entorno de los pacientes comprendan que la dermatitis atópica es una enfermedad crónica con repercusiones físicas y emocionales. La concienciación y el diagnóstico precoz son claves para que los pacientes puedan acceder a tratamientos adecuados y vivir con una mejor calidad de vida», concluye Sánchez.