MADRID 26 Jun. –
La especialista en Obesidad y Nutrición de la sociedad española, la doctora Cristina Petratti, ha recomendado aprovechar el verano para transformar hábitos y combatir la obesidad. Esta época está a menudo asociada al descanso y, a veces, a excesos como atracones de comida o un consumo elevado de bebidas «desaconsejadas» y desconexión de la rutina diaria.
«Podemos y debemos huir de esta concepción y, por el contrario, explorar las múltiples posibilidades que ofrece esta temporada para mantener hábitos saludables e incluso iniciar o reforzar cambios», ha afirmado Petratti.
En este sentido, ha subrayado que el verano es el momento ideal para reconectar con uno mismo, gestionar el hambre emocional y comenzar (o sostener) una transformación real. Ha rechazado frases comunes al inicio del verano como «ya no llego a la operación bikini» o «me puse cualquier cosa, porque ya da igual», resaltando que el enfoque de la obesidad no está en un cuerpo «perfecto» ni en «resultados puntuales», sino en el bienestar sostenido.
«Las personas no necesitan más exigencia, sino cuidarse, parar y comenzar de nuevo. Y el verano puede ser ese punto de partida para cuidarse sin presión», ha añadido.
Además, ha argumentado que el verano es un buen momento para implementar estos cambios gracias a la reducción del estrés, que está ligado a la obesidad a través de diversos mecanismos fisiológicos y conductuales, y se cuenta con más tiempo para prestar atención a la alimentación y al ejercicio físico.
ESTRÉS CRÓNICO Y OBESIDAD
La experta ha recalcado que el estrés crónico activa el eje hipotálamo-pituitario-adrenal, lo que lleva a una liberación sostenida de glucocorticoides, como el cortisol, que pueden aumentar el apetito y hacer que se prefieran alimentos altamente calóricos, contribuyendo al aumento de peso y la obesidad.
Asimismo, el estrés crónico puede alterar la regulación del apetito a través de cambios en hormonas relacionadas con la saciedad y el hambre, como la leptina y la grelina, además de influir en el comportamiento alimentario, aumentando la vulnerabilidad a la adicción a la comida, lo que puede causar un ciclo vicioso de estrés y alimentación.
Para abordar esta situación, Petratti sugiere gestionar las emociones propias a través de preguntas como ‘¿Qué estoy sintiendo cuando busco comida sin hambre?’, ‘¿Qué otra cosa podría darme placer o contención?’, y ‘¿Qué necesito expresar que estoy silenciando con comida?’. Recomienda iniciar un diario emocional para registrar conductas y emociones vinculadas al proceso de cambio.
«En el diario emocional puedes tomar nota de momentos de enfado, alegría, tristeza, y así ver qué cambios has podido implementar», ha afirmado, señalando que «llevar un diario emocional te brinda información crucial para hacer ajustes necesarios para acercarte a tus objetivos: proporciona una visión clara de cómo las emociones influyen en la motivación.»
La doctora ha insistido en que esta herramientas pueden ayudar a combatir el hambre emocional, que «no se combate con dietas, sino con herramientas de regulación emocional y hábitos sostenibles», subrayando que la gestión emocional representa un 70% del éxito en cualquier enfoque relacionado con la pérdida de peso.
RECOMENDACIONES PARA EL VERANO
Para quienes lidian con la obesidad, Petratti aconseja planificar las comidas con libertad y estructura, moviéndose al menos 15 minutos al día, practicar meditación, escritura emocional y respiración consciente, mantenerse hidratado y permitir un sueño adecuado, además de ser autocompasivos. Para aquellos sin obesidad, ha instado a «abandonar» la dicotomía del «todo o nada». Un helado no arruina la salud ni una ensalada la construye.
Del mismo modo, ha destacado la importancia de consumir alimentos frescos y saciantes de temporada, revisar hábitos emocionales y conectar con el cuerpo desde el placer y no desde la lucha.
REALIZAR CAMBIOS SOSTENIBLES
Además, ha desaconsejado seguir dietas extremas para mejorar la autoestima corporal y considera que es más efectivo «descansar del ‘castigo’ de una dieta» para reducir la autoexigencia y «reencontrarse» con el disfrute.
Por ello, ha sugerido implementar pequeños cambios sostenibles, utilizar un lenguaje más amable con uno mismo y tener una perspectiva más integral que incluya emociones, sueño, movimiento y estrés, no solo centrarse en la pérdida de peso.
«Para cambiar, no es necesario hacerlo de forma radical, sino comenzar con conciencia, autocompasión y compromiso personal», ha añadido.
Petratti se ha basado en 21 estudios que respaldan el impacto positivo del cambio de hábitos y del trabajo emocional en el tratamiento de la obesidad. Estos estudios demuestran que el 86% de quienes seguían pautas de bienestar mental mejoraron aspectos como el comer emocional y el mantenimiento del peso.
«Cultivar hábitos conscientes, gestionar emociones y reconectar con el cuerpo tiene un impacto real, medible y sostenible en la salud», ha concluido.
Para más información, visita: SEEDO o explora artículos relacionados sobre cómo combatir la obesidad.