MADRID 30 Oct. (EUROPA PRESS) –
Un equipo internacional que incluye al Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas (CSIC-UPV) ha hecho un descubrimiento notable en las bacterias que residen en la boca e intestinos de los humanos. Han identificado una nueva **entidad biológica** a la que han denominado ‘Obelisco‘, aunque su función y efectos aún son un misterio, este hallazgo tiene el potencial de **revolucionar** nuestra comprensión de los límites de la vida.
Este descubrimiento se publicó el miércoles en ‘Cell’ y fue liderado por el premio Nobel Andrew Fire. La investigación se llevó a cabo a través de estudios bioinformáticos de secuencias genéticas obtenidas de 440 muestras de heces humanas, de las cuales aproximadamente el siete por ciento presentaron esta nueva entidad biológica.
Además, los análisis bioinformáticos de gran escala identificaron cerca de **30.000 especies de Obeliscos** en muestras biológicas recogidas globalmente, abarcando ecosistemas naturales como suelos, ríos, océanos, así como en aguas residuales o microbiomas de animales.
Los **obeliscos** son considerados agentes infecciosos, con un genoma de ARN circular diminuto que cuenta con solo 1.000 nucleótidos, lo que es significativamente menor en comparación con los genomas de ARN que utilizan ciertos virus para reproducirse. «Estos círculos de ARN son altamente autocomplementarios, permitiéndoles adquirir una estructura estable similar a **monumentos egipcios**», explicó el investigador del CSIC Marcos de la Peña.
«A diferencia de los virus, carecen de la cubierta proteica, pero al igual que estos, tienen la capacidad de **codificar proteínas**», enfatizó de la Peña.
Desde su posición como científico en un centro de investigación sobre plantas, de la Peña observó que los obeliscos exhiben similitudes con los viroides, una familia de agentes subvirales que infectan plantas y que comparten el genoma circular de ARN y la frecuente presencia de ribozimas de autocorte.
«No obstante, los viroides vegetales son aún más pequeños, con aproximadamente 300 a 400 nucleótidos, y no codifican proteínas. Estos aspectos colocan a los obeliscos en una posición intermedia entre **virus** y **viroides**, planteando un desafío sobre su origen y clasificación», opinó el investigador.
Aunque las funciones de los obeliscos son aún desconocidas, los investigadores han sugerido un posible papel en la **regulación de la actividad celular**, lo que tendría importantes implicaciones para la salud, dado que los microbiomas que albergan estas bacterias afectan varios aspectos fisiológicos, desde la digestión hasta el sistema inmunológico.
De la Peña remarcó que este hallazgo «puede revolucionar» el conocimiento actual sobre **Virología y Biología**, así como el propio origen de la vida en la Tierra.

