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Mario Belda, experto en psicología de altas capacidades, comparte cómo reconocerlas.

Mario Belda, experto en psicología de altas capacidades, comparte cómo reconocerlas.

   MADRID, 15 Mar. –

   El término de las altas capacidades (en adelante AA.CC.) sigue siendo un concepto difuso en nuestra sociedad, lo que genera recelos entre quienes no están familiarizados con él. Por ello, para sensibilizar sobre las particularidades personales, emocionales y educativas de quienes poseen esta condición, que para muchos es un “don” o un “regalo” que les proporciona una visión única del mundo, se conmemora el Día Internacional de las Altas Capacidades cada 14 de marzo.

   En una reciente entrevista, Mario Belda, reconocido experto en este campo, compartió su perspectiva. Belda, adulto con AA.CC., es psicólogo especializado en el área y también ingeniero informático, padre de niños con AA.CC., y actualmente asesora a familias de menores con esta condición a través de la Fundación Jasón, con sedes en Madrid y San Sebastián.

   En colaboración con Beatriz Belinchón, quien también es adulta con AA.CC. y madre de una niña en la misma situación, y Maider Belda, psicopedagoga con AA.CC., han publicado ‘Hijos con Altas Capacidades. Educarlos felices’ (RBA), un manual cuyo objetivo es aclarar muchas de las inquietudes que surgen en la crianza de estos niños, un desafío que puede ser considerablemente complicado.

QUÉ SON LAS ALTAS CAPACIDADES

   Mario Belda explica que las altas capacidades representan una manera diferente de procesar la información: “Generalmente, los signos que llevan a detectar AA.CC. suelen relacionarse con una mayor intensidad frente a todo lo que rodea al niño, ya sea en el plano emocional o físico. Las AA.CC. actúan como un potenciador, así que si se es inquieto, un niño con AA.CC. lo será aún más, lo que provoca un funcionamiento singular en el entorno escolar y social”.

   Seguidamente, menciona que los primeros signos indican que un niño no se adecua a lo que se espera en la escuela, que tiene dificultades para permanecer quieto y que formula preguntas inapropiadas, entre otros signos que contribuyen a su identificación.

   “El mundo no está diseñado para las AA.CC. Es como medir 2,2 y encontrar puertas que no están adaptadas para ti. Puedes optar por practicar baloncesto y explotar tu potencial o quejarte al chocar con el marco de la puerta. Estos niños suelen aburrirse, exhibiendo conductas disruptivas, incapacidad para permanecer quietos, falta de atención, o creando conflictos”, destaca este psicólogo especializado.

   Enfatiza que “se nace con altas capacidades”, y que poseen un “factor genético muy significativo”. Sin embargo, aclara que tener esta condición “no equivale a un rendimiento alto”, sino que denota un “potencial” que, sin adecuado cuidado, no se desarrollará adecuadamente ni se convertirá en un rendimiento apreciable, siendo necesario trabajarlo y nutrirlo con el tiempo.

   “Si careces de ese potencial, por mucho que estudies, no podrás convertirte en una persona con altas capacidades. Pero si el potencial existe y deseas aprovecharlo, es esencial cultivarlo, especialmente en áreas transversales, ya que a menudo no se interviene por igual en todos y esto puede provocar disincronías, sobre todo durante la infancia y adolescencia”, advierte Belda.

   Por ejemplo, narra el caso de un niño de 3 años que sufre angustia al pensar que sus padres podrían morir en cualquier momento. “El menor lo entiende intelectualmente, pregunta cuándo te vas a morir, pero a esa tierna edad no puede imaginar una vida sin sus padres; con 4-5 años, muchos menores con AA.CC. pueden vivir con temor momentos como la noche de Reyes, ante la posibilidad de que un desconocido entre en su casa”, explica.

SIGNOS DE SOSPECHA

   En su libro, destacan que hay algunos indicadores que son comunes en niños con altas capacidades:

   ·Aprendizaje más rápido y profundo.

   ·Vocabulario sumamente amplio y preciso.

   ·Memoria sobresaliente.

   ·Creatividad e imaginación marcadas.

   ·Intereses diversos y profundos.

   ·Pensamiento crítico y analítico.

   ·Aprecian el aprendizaje autónomo, prefiriendo trabajos individuales e independientes.

   ·Son perfeccionistas.

   ·Resuelven problemas de manera original.

   ·Son altamente sensibles y empáticos.

   “Esto los lleva a sentirse diferentes, siendo conscientes de su singularidad a una edad temprana, encontrando que sus intereses no coinciden con los de sus compañeros de la misma edad biológica”, añaden los autores en el libro.

   Es crucial en el caso de menores con altas capacidades la identificación de sus necesidades educativas, sociales y emocionales, ya que, de lo contrario, corren el riesgo de desmotivarse en el ámbito educativo y perder el interés por el aprendizaje. “Si no trabajamos en su autoconcepto y autoestima, pueden llegar a sentir culpa por su diferencia respecto a sus padres biológicos. Debemos ser conscientes de que estos menores no sobresalen en todas las áreas”, subrayan.

LA BARRERA DEL COCIENTE INTELECTUAL

   Si hay dudas sobre si un niño presenta altas capacidades, Mario Belda sugiere la realización de un informe psicopedagógico a partir de los 6 años: “Aunque desde los 4 años se pueden realizar pruebas en caso de que haya dificultades o disincronías respecto a lo esperado en el entorno escolar o familiar”.

   Se lamenta de la barrera del cociente intelectual total (CIT) de 130 como criterio para clasificar a las altas capacidades, ya que considera que actualmente carece de fundamentos científicos que justifiquen su uso como un mero punto de corte. “Las altas capacidades son un fenómeno mucho más complejo que el cociente intelectual. Es esencial llevar a cabo una identificación integral que supere este límite”, aclara, apuntando también a la importancia de la entrevista familiar, la creatividad, y el perfil emocional o sensorial del niño, entre otros factores.

   Además, sostiene que los test estandarizados de inteligencia poseen una fiabilidad de hasta el 95%, aunque están diseñados para identificar el talento en la población neurotípica. Resalta que para que la evaluación sea efectiva es “esencial” que el profesional que la lleve a cabo tenga experiencia en tratar perfiles con alta capacidad o doble excepcionalidad, utilizando los test más idóneos para cada situación específica.

LA DOBLE EXCEPCIONALIDAD EN LAS ALTAS CAPACIDADES

   ¿Qué implica la doble excepcionalidad en las altas capacidades? Mario Belda indica que se refiere a la coexistencia de altas capacidades junto a alguna patología o trastorno. “Esto no siempre ocurre, pero a veces es una realidad”.

   Las patologías más comunes incluyen el trastorno del espectro autista (TEA), TDAH, dislexia o discalculia, entre otras. “Estas circunstancias pueden ‘ocultarse’ mutuamente; por ejemplo, un niño con dislexia puede mostrar buen rendimiento académico con esfuerzo, pero si no se identifica la doble excepcionalidad, ninguna de las dos condiciones se trata adecuadamente”, agrega este psicólogo y fundador de la Fundación Jasón.

LO MÁS IMPORTANTE EN LAS AACC: LA VALIDACIÓN EMOCIONAL

   Por todo lo anterior, este experto sugiere que al criar a un menor con altas capacidades, la validación emocional resulta esencial; y resalta un punto que a menudo se confunde en la crianza, que no se trata de no establecer límites. “Cuando un niño con AA.CC. reacciona de forma emocional desproporcionada o incomprendida, algunas expresiones poco constructivas como ‘no te enfades por eso’ son inapropiadas. Es fundamental validar sus emociones, haciéndoles ver que son comprendidos”, subraya.

   Asimismo, menciona otro error común en la crianza de niños con AA.CC.: ocultar este potencial. “Debemos comunicar a nuestros hijos que tienen altas capacidades, ajustando la información a su edad y presentándolo como una manera de ser y pensar particular, que, si bien puede aportarles ciertas ventajas, también puede presentar desventajas”, concluye.

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