MADRID, 9 de septiembre. (EUROPA PRESS) –
Un amplio estudio representativo a nivel nacional, publicado en la revista ‘BMJ Mental Health’ por Yiqiang Zhan del Departamento de Epidemiología de la Facultad de Salud Pública de la Universidad Sun Yat-Sen (China), sugiere que la capacidad de adaptarse y manejar bien las circunstancias desafiantes en la vejez está asociada con un menor riesgo de mortalidad. Los investigadores destacan la importancia de fortalecer la resiliencia mental.
La evidencia actual indica que la resiliencia mental es un proceso dinámico y activo, influenciado por diversos factores, incluyendo el sexo, las hormonas y los genes que regulan cómo el cuerpo responde al estrés. Se considera que esta habilidad evoluciona y varía a lo largo de diferentes etapas de la vida, según los investigadores.
En la vejez, poseer buenas habilidades de afrontamiento puede mitigar el efecto negativo de enfermedades crónicas y discapacidades posteriores. Aunque la recuperación física tras una enfermedad y un trauma se relaciona con un envejecimiento más saludable y menor riesgo de muerte, aún no está claro si la resiliencia mental tiene efectos similares, como explican los investigadores.
Para profundizar en este concepto, los investigadores analizaron datos del Estudio de Salud y Jubilación de Estados Unidos (HRS), un estudio longitudinal representativo de adultos estadounidenses de al menos 50 años. Este estudio, iniciado en 1992, recopila información sobre la situación económica, salud, estado civil y dinámicas familiares de los participantes, a quienes se sigue cada dos años.
Se utilizaron dos oleadas de datos (2006-2008) en las que, por primera vez, se incluyeron preguntas sobre resiliencia mental. En total, se analizó a 10.569 participantes con datos completos, con una edad media de 66 años; el 59% eran mujeres.
La resiliencia mental se midió a través de una escala validada que evalúa cualidades tales como perseverancia, calma, propósito, autoconfianza y la capacidad de afrontar ciertas experiencias en solitario. La puntuación media de la muestra fue de 9,18 (en un rango de 0 a 12).
Se hizo un seguimiento de los participantes hasta su fallecimiento o hasta finales de mayo de 2021, lo que ocurriera primero. Durante un promedio de 12 años de seguimiento, fallecieron 3,489 personas.
Se observó una relación casi lineal entre la puntuación de resiliencia mental y la mortalidad por cualquier causa: a medida que aumentaba la puntuación, disminuía el riesgo de muerte, siendo la asociación más fuerte en mujeres que en hombres.
Las puntuaciones de resiliencia se categorizaron en cuartiles (25%) y se relacionaron con las probabilidades de supervivencia a 10 años; estas cifras fueron del 61% para el cuartil más bajo (1), ascendiendo al 72% y 79% para los cuartiles medios (2 y 3), y al 84% para el cuartil más alto (4).
El análisis de supervivencia demostró que los participantes en el cuartil más alto tenían un 53% menos de probabilidades de morir en la próxima década en comparación con quienes estaban en el cuartil más bajo. Esta asociación permaneció estadísticamente significativa incluso tras ajustar por estado civil, sexo, raza y peso (IMC), reduciéndose al 46% tras considerar la mala salud (diabetes, cáncer y enfermedades cardiovasculares) y al 38% al incluir un estilo de vida no saludable.
En resumen, el riesgo de muerte resultó ser un 20% menor (segundo cuartil), 27% menor (tercero) y 38% menor (cuarto) en aquellos con puntuaciones más altas de resiliencia mental en comparación con los de puntuaciones más bajas (primer cuartil), después de controlar los factores potencialmente influyentes.
Cabe señalar que este es un estudio observacional y, por lo tanto, no se pueden hacer afirmaciones firmes sobre causalidad. Los investigadores reconocen que no se consideraron los efectos de factores genéticos, hormonales ni adversidades en la infancia. Además, el análisis fue realizado desde los datos iniciales, ignorando potenciales cambios influyentes durante el seguimiento.
«Se han identificado numerosos factores, incluyendo el sentido de vida, emociones positivas, autoevaluación de la salud y la satisfacción con el apoyo social, como posibles influencias en la resiliencia psicológica», explican los investigadores. «Estimular estas emociones positivas puede amplificar los efectos protectores de la resiliencia psicológica y reducir el impacto negativo de la adversidad acumulada en la salud mental de los adultos».
«Los resultados enfatizan la potencial efectividad de intervenciones dirigidas a promover la resiliencia psicológica para mitigar riesgos de mortalidad», concluyen.
Fuente Europa Press

