MADRID, 19 Ene. –
El cantante Coque Malla y la paciente que sufre 7 enfermedades raras, Noah Higón, se encontraron recientemente en el plató de un programa de ‘prime time’ en la televisión pública y discutieron sobre un problema que comparten: los acúfenos. Se trata de sonidos que algunas personas perciben en su cabeza, los cuales no tienen origen en ninguna fuente externa y son consecuencia de la actividad neuronal.
Ambos participantes reconocieron que se han acostumbrado a este zumbido interno. «Los acúfenos solo son audibles para quienes los padecen, ya que no provienen de un generador externo», según explica la Sociedad Española de Otorrinolaringología (SEORL-CCC).
Este problema es, lamentablemente, bastante común en nuestra sociedad. «Se estima que la prevalencia del acúfeno se encuentra entre el 10-15%, aunque no todos los pacientes experimentan síntomas emocionales», explica Pedro Cobo Parra, doctor en Ciencias Físicas por la UCM e investigador en el Instituto de Tecnologías Físicas y de la Información Leonardo Torres Quevedo (ITEFI) del CSIC, experto en la evaluación y tratamiento del acúfeno. Junto a la también investigadora María Cuesta Ruiz, han publicado ‘¿Qué sabemos de? Los acúfenos’ (CSIC-Catarata).
Cobo aclara que la mayoría de los afectados se habitúan, mientras que un 1-2% presenta acúfenos severos, que requieren atención médica. Coque Malla estaría en el primer grupo, ya que mencionó que sus dos primeros años fueron difíciles, pero ahora se ha habituado y no les presta atención.
Este experto también señala que aproximadamente el 18% de la población ha experimentado este tipo de ruido alguna vez, y lo habitual es que desaparezca de forma natural en pocas horas. Sin embargo, hay casos donde los acúfenos se vuelven crónicos sin generar efectos significativos en el paciente. “En un porcentaje bajo, alrededor del 1% de la población, los acúfenos pueden causar sufrimiento emocional y afectar gravemente su bienestar”, añade.
¿POR QUÉ SE DESARROLLAN?
La principal causa del desarrollo de los acúfenos es la pérdida auditiva, que puede resultar de dos factores: el envejecimiento (pérdida auditiva relacionada con la edad) o la exposición al ruido. «La población está envejeciendo, y a la vez hay un incremento de exposición al ruido, como es el caso de los menores que utilizan auriculares hasta 10 horas al día. Estos jóvenes son candidatos potenciales a desarrollar acúfenos en el futuro”, enfatiza.
Cobo menciona que el acúfenos «es una alteración en el funcionamiento del sistema auditivo», que consta de dos partes: una periférica (oídos externo, medio e interno), donde el sonido es una vibración mecánica, y una parte neural (todas las neuronas conectadas), donde el sonido se produce en forma de descargas eléctricas.
«El acúfeno surge cuando algunas de estas neuronas se descompensan debido a la plasticidad cerebral, intentando compensar algún mal funcionamiento en la periferia, como la pérdida auditiva. Esa descompensación resulta en acúfenos, lo que hace que la misma pérdida auditiva en dos personas pueda llevar a que una desarrolle acúfenos y la otra no,» agrega.
Además, destaca que el distrés asociado a los acúfenos se genera por la realimentación entre los sistemas auditivo neural y límbico del cerebro. «Esta conexión es responsable de la emoción que el sonido nos provoca. Un ruido intenso puede causar malestar. Cuando la señal del acúfeno llega a esta conexión, provoca incomodidad que, con el tiempo, puede intensificarse y dar lugar a estrés, ansiedad o depresión. La personalidad de la persona juega un papel importante; las personas ansiosas, obsesivas o que tienden a rumiar tienen más probabilidades de descompensar su acúfeno«, resalta el investigador del CSIC.
NO SÓLO LA PÉRDIDA AUDITIVA ES LA CAUSA
Sin embargo, tanto Pedro Cobo como María Cuesta enfatizan que hay más causas de los acúfenos, como trastornos vestibulares, migrañas, ciertos trastornos psiquiátricos como la depresión y la ansiedad, y alteraciones cervicales o temporomandibulares, entre otras.
Asimismo, indican que los acúfenos pueden presentarse en uno o ambos oídos, y dos personas con la misma causa, como la pérdida auditiva, pueden responder de maneras muy diferentes al acúfeno.
EL PROBLEMA DE SALUD MENTAL QUE CONLLEVAN
«La vía auditiva, en su trayecto ascendente desde la periferia hasta la corteza auditiva, está conectada a la amígdala, en el cerebro medio, que forma parte del sistema límbico, responsable de la reacción emocional al acúfeno, así como de su severidad. Cuando una persona experimenta este sonido neural, puede exacerbar la conexión auditiva-emocional, incrementando el sufrimiento del acúfeno y convirtiéndolo en un problema de salud», apuntan los autores del libro.
No obstante, durante la entrevista, Pedro Cobo Parra reconoce que a día de hoy no existen pruebas diagnósticas objetivas para los acúfenos, ni hay un biomarcador que indique su origen. Usualmente se emplean cuestionarios estandarizados para evaluar el sufrimiento emocional asociado a este fenómeno.
TRATAMIENTOS DISPONIBLES
Lamentablemente, este investigador afirma que actualmente no existe un tratamiento eficaz para los acúfenos. Sin embargo, hay investigaciones sobre fármacos en curso que aún no han tenido éxito. Sin embargo, hay tratamientos que son muy efectivos para reducir el distrés asociado.
El tratamiento más común combina dos técnicas de habituación a las emociones (consejo terapéutico) y al sonido en el sistema auditivo. “Educar a quien lo padece sobre el origen y funcionamiento de su problema resulta muy beneficioso para su gestión. Unas de las quejas frecuentes de los pacientes es la falta de información sobre su problema”, señala.
La segunda parte del tratamiento implica terapia sonora, de las cuales hay «muchas», siendo la terapia de reentrenamiento del acúfeno o TRT la más común, usando un sonido blanco que se aplica a todos los pacientes.
Sin embargo, en 2021, el grupo de investigación de Cobo, Cuesta y Colina propuso una terapia con sonido personalizado, llamada Ambiente Acústico Enriquecido o EAE: «Actualmente ofrecemos a los participantes cuatro tipos de sonidos, todos con la misma compensación para la pérdida auditiva, y considerando que la pérdida de audición es un importante factor de riesgo para los acúfenos, se integra una función de compensación en el volumen de ese sonido, procurando que todos los pacientes perciban el sonido de manera similar en todas las emociones».
Este enfoque se encuentra en fase de validación experimental, y su principal ventaja es que es personalizado, mostrando «resultados muy prometedores con una efectividad superior al 90%».