Icono del sitio DGratisDigital

Quisiera jugar baloncesto, pero no puedo

Quisiera jugar baloncesto, pero no puedo


El internacional español Ricky Rubio «desnudó» su lucha interior durante toda una carrera que no sabe si habrá terminado.

«Nunca ha sido suficiente, piensas que esto va de vida o muerte.»

MADRID, 7 Jul. –

El internacional español Ricky Rubio reveló su intensa batalla interna, motivada por una autocrítica devastadora, en la que se ha convertido su carrera desde un prematuro debut en la élite a los 14 años, manteniendo su futuro en el aire y una posible retirada que «cada día» parece más cercana debido a un «quiero y no puedo».

«Me gustaría jugar al baloncesto sin todo lo demás, pero es imposible, y sin ser Ricky Rubio. Yo quiero jugar al baloncesto, pero no puedo. Estoy exprimiendo al máximo para ver si realmente puedo. La respuesta, cada día es más clara, sinceramente, pero es difícil. No sabemos todas las respuestas», mencionó este domingo en una entrevista en el programa Lo de Évole, donde el jugador catalán quiso «desnudar» sus sentimientos como nunca.

El de El Masnou, quien hace más de un año jugó su último partido profesional en el FC Barcelona, reflexionó sobre la acumulación de experiencias, señalando el momento crítico de su grave lesión de rodilla mientras jugaba para los Cleveland Cavaliers en diciembre de 2021. Esta lesión le llevó a buscar ayuda antes del Mundial de 2023, donde se apartó de la selección española para cuidar de su salud mental.

«No quería ni coger el teléfono, porque sabía que me había roto. Mi primera reacción fue: ‘esto no me ha pasado a mí, pero se van a cagar, y voy a volver más fuerte que nunca’. Estuve todo un año con una sensación que no entendía, enfadado con el mundo. Regresé a jugar y me preparé para el Mundial, pero sentía algo raro dentro. Me veía en el espejo y decía: ‘algo no va bien’. No dormí durante dos o tres días, soñé cosas oscuras, pedí ayuda como pude», explicó respecto a aquella convocatoria con España.

«Una de las noches en el hotel, pensé: ‘no quiero seguir, no solo con el baloncesto, sino con la vida’. Tengo una familia, un hijo, me sentí así por un segundo. Algo tomó el control. Puedo entender a mucha gente, tanto a los que están en el éxito como a aquellos que, desgraciadamente, se han quitado la vida, o a personas normales que dicen que no pueden seguir. Hay momentos donde todo pesa tanto. Durante el Mundial, cuando dije que paraba, parecía que me moría y que mi vida no tenía sentido», añadió.

Así dejó Rubio, el niño oro de España, la NBA, siguiendo un guion, pues nunca estuvo satisfecho con lo logrado, siempre queriendo más. «Para mí nunca nada era suficiente. Uno de los espejos ha sido Pau Gasol, en cuanto a lo logrado, y yo sentía que tenía que superarle», confesó.

«Le pregunté ahora, demasiado tarde, si lo había disfrutado. Cuando salía a la cancha pensaba que era el peor; él respondía que, al saltar, pensaba que era el mejor», afirmó, reconociendo que el día que dejó la selección supo que era algo «grave» y que «no iba a volver a la NBA».

La presión de cumplir con «las expectativas» acompaña al base catalán desde que, de una manera inesperada, se encontró en el primer equipo del Joventut a los 14 años. «Jugaba porque me enamoraba la sensación de estar en un equipo. Me gustaba ser el pillo, observar más allá, disfrutar de un instinto que tenía. Pensaba que podía con todo. A mi hijo le diría que no. No estás preparado. Todo viene de esa pretemporada», explicó.

El canterano Ricky Rubio se unió a la ‘Penya’ en un entrenamiento y lo demás es historia, convirtiéndose en el jugador más joven en debutar en la ACB. «Huertas es de los mejores compañeros que he tenido, tuve la suerte de eso. Con otros compañeros, es una jungla. Ves que tienen un lado oscuro. Observas un mundo de adulto, aunque yo todo lo veía bonito. Me hubiese gustado vivir con esas gafas un poco más», comentó.

El base también revisó la presión mediática que enfrentó: «Vende muchos titulares, pero hay una persona detrás, alguien que, a los 14 años, no tiene el cerebro desarrollado. No debería estar en ese foco, no estás listo para vivir esta realidad. Debes tener unas bases desde el principio. Yo he tenido valores que me han servido, pero que también juegan en mi contra: no creértelo nunca», afirmó.

«Es una lucha constante para ti mismo. Cuando salgo a la pista pienso que voy a perder, así que me esfuerzo más. Es un autosabotaje que nunca me ha permitido triunfar. Nunca ha sido suficiente; si repaso mi trabajo, no estoy satisfecho», añadió, recordando una entrevista en su tercer año en la NBA donde le aconsejaron no «mostrar su vulnerabilidad».

«Sentía que estaba en un mundo donde todo tenía que ser falso y bonito para triunfar; siempre he intentado esconder mis emociones, porque si no, me frenaban», confesó. Rubio recordó otro momento difícil en el Mundial de 2010, cuando sintió que falló a España: «Empieza la culpa, lloraba solo en el lavabo, para que nadie me viese. Es una de las primeras experiencias que se van acumulando», comentó.

Rubio incluso duda de si su salto a la NBA era realmente lo que quería: «Es lo que tenía. ¿Ganas? Creo que sí, pero no sé hasta qué punto estaba condicionado a jugar en la NBA porque estaba triunfando. Sí ha sido una experiencia increíble, pero tal vez la persona hubiera sido más feliz», confesó.

«Veía ganar o perder como ser feliz o estar triste. Son pequeñas cosas que vas instaurando y piensas que esto es de vida o muerte. De lo que me llevo de Estados Unidos, lo que no haría. En el tercer año lo pasé mal. Mis padres vinieron a verme y lloré en la cama con mi madre. Ella me abrazó y dijo: ‘vámonos'», explicó.

Rubio rememoró también su relación con su madre y cómo estaba absorbido por el baloncesto y su rutina cuando ella enfermó de cáncer y falleció en 2016: «Mi madre me aceptaba sin intentar convencerme. Me daba seguridad, alguien se preocupaba por mí. No me permitía fallar en la rutina. Mi esposa tuvo nuestro primer hijo en Fénix; recibí tratamiento dentro del hospital. Necesito desconectar de este personaje», afirmó.

«No sé si mi sueño era jugar en la NBA, pero sí era ser padre, y a los dos días me fui a jugar. Mirando hacia atrás, es una locura. Tuve suerte de estar en el nacimiento. No podía parar el baloncesto, ahora lo he parado porque, si no, no me paraba a mí. Cuando murió mi madre, en 2015, todo empezó a ir mal. En el parón por el All Star volví a Barcelona, vi a mi madre como nunca la había visto y al regresar, pensé que no debía tomar ese vuelo. Por suerte, creo que ella me esperó; llegué a finales de abril y estuve cuatro semanas con ella. Si no me llega a esperar, creo que nunca me lo habría perdonado», recuerda.

Ricky Rubio, a sus 34 años, comentó que estaba en un periodo de «reflexión», sin ser «una despedida» del baloncesto, aunque para volver a jugar necesitaría disfrutar de nuevo. «Echo un poco de menos el baloncesto, pero me gusta jugar al baloncesto sin todo lo exterior, me divierto (en una liga con amigos). Yo ya llevo el personaje y si voy allí, llevo el personaje. Estoy intentando encontrar cómo disfrutar el baloncesto sin las repercusiones de antes. Voy a tratar de aprender a jugar otra vez para divertirme», concluyó.

Además, Rubio valoró el caso de Lamine Yamal, de 17 años: «Se le está dando una responsabilidad a un niño que quizás no esté preparado, porque si juegas bien parece que estás obligado a manejarlo todo. La influencia que tiene él sobre los jóvenes es un claro ejemplo para mi hijo: ¿Le están formando para asumir eso? ¿Es consciente de aceptar esa responsabilidad? Como sociedad, ¿deberíamos exigirle esa responsabilidad?», reflexionó sobre la estrella del Barça.

Salir de la versión móvil