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Si afirmas que no mientes, estás mintiendo. Aquí te lo probamos.


   MADRID, 31 Oct. (EUROPA PRESS) –

   Expresiones como ‘se pilla antes a un mentiroso que a un cojo’ son exactas, tal y como nos explicará el catedrático de Psicobiología en la Universidad de Murcia, José María Martínez Selva, un investigador de la mentira desde hace años y autor de varios libros sobre el tema. En una reciente entrevista con Europa Press Infosalus, a raíz de la publicación de su última obra, ‘La nueva ciencia de la mentira’ (Paidós), revela lo que la Neurociencia, la Psicología y la IA dicen sobre este fenómeno.

   Este experto reconoce que «mentir es parte de la comunicación humana» y señala que la mayoría de las mentiras no son malintencionadas, sino que existen para mejorar la percepción que los demás tienen de nosotros, manejar situaciones complicadas o incluso por razones que pueden ser justificables.

   En cuanto a la afirmación de algunos que dicen ‘siempre ser sinceros y nunca mentir’, Martínez Selva advierte que probablemente se refieren a que les resulta difícil decir mentiras que puedan causar daño, y reconoce: «A lo largo de la vida, todos enfrentamos situaciones donde debemos ocultar algo». La mayoría de las mentiras se producen en contextos sociales disculpables, aunque algunas pueden tener consecuencias serias.

MOTIVOS POR LOS CUALES EL SER HUMANO MIENTE

   Respecto a por qué los humanos y otros primates mienten, el catedrático menciona varias teorías. Algunos sugieren que mentir puede ser un mecanismo de supervivencia en especies sociales con jerarquías claras. «Sería una estrategia para sobrevivir y encontrar recursos», matiza.

   Martínez Selva destaca que la vida social es «compleja» y que las mentiras pueden ser una forma de protegernos frente a sanciones o para alcanzar objetivos que de otra manera serían difíciles de obtener.

   «Esto genera distintas categorías de mentiras, y la sociedad reacciona de manera diversa ante ellas. Existen mentiras tolerables, como las mentiras de cortesía, y otras más problemáticas, como la mentira del débil o la mentira injustificable, que causa daño a otros o engaña a grandes grupos sociales», explica.

CUÁNDO MENTIMOS MÁS

   Según el catedrático, hay dos tipos de mentiras: la de ocultación, que implica no revelar información crucial, y la de falsificación, que es más compleja y requiere crear información falsa y transmitirla. «La ocultación es más común, ya que permite desviar la atención más fácil», añade.

   Sin embargo, hay ocasiones en que recurrir a la mentira es inevitable, especialmente en contextos sociales complejos. Las mentiras de protección pueden surgir al revelar información sensible sobre el pasado o aspectos de salud que pueden poner a alguien en una situación vulnerable, aclara.

   Es más fácil detectar a un mentiroso en situaciones de falsificación, donde se mezclan verdades y falsedades. Este tipo de mentiras requiere un gran esfuerzo mental, y si no se maneja cuidadosamente, es sencillo ser descubierto, especialmente por quienes son expertos en el tema.

¿EXISTEN MENTIROSOS COMPULSIVOS?

   Otra cuestión importante que discutimos con Martínez Selva es la existencia de mentirosos compulsivos y si esto constituiría una patología. El experto explica que aunque hay tipos de mentirosos compulsivos, estos son bastante raros.

   En el ámbito clínico, se observan individuos que han comenzado a mentir en situaciones complicadas y, al ver que les funcionó, desarrollaron este hábito, a menudo arruinando sus relaciones. «Quienes los descubren tienden a desconfiar», explica, añadiendo que algunos incluso podrían llegar a creerse sus propias mentiras.

   También se menciona que ciertos trastornos psicológicos, como el trastorno límite de la personalidad o el narcisismo, pueden estar relacionados con comportamientos de mentira, en algunos casos por la necesidad de atención o por manipulación.

   Martínez Selva resalta la existencia de personalidad psicopática, distinta del psicópata violento, enfatizando que este tipo de mentiroso lo hace por interés propio, aprovechándose de los demás sin remordimientos. «El mentiroso patológico es raro», concluye, aunque resalta que la mentira suele asociarse a otros trastornos mentales.

EL POLÍGRAFO NO ES CONFIABLE

   Finalmente, discutimos sobre el uso del polígrafo y su utilidad real para detectar mentiras. Según Martínez Selva, estos dispositivos son una «vulgarización de un instrumento» y «no son confiables para detectar mentiras».

   Se basan en reacciones fisiológicas asociadas a la tensión emocional, lo que significa que no identifican adecuadamente la mayoría de las mentiras. De hecho, menciona que no se utilizan en el ámbito legal ni policial precisamente por esta razón: «No existe un método infalible para determinar quién miente». Aunque hay técnicas de interrogación que pueden sugerir la posibilidad de engaño, no hay certeza total.

Para más información puedes consultar este artículo relacionado y visitar nuestras secciones de Neurociencia y Psicología.

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