Icono del sitio DGratisDigital

Una relación riesgosa que no puedes pasar por alto.

Una relación riesgosa que no puedes pasar por alto.

   MADRID, 22 Sep. –

   El estrés no sólo afecta tu estado de ánimo y tu sueño, sino que también puede impactar directamente en tu metabolismo. Cuando se prolonga en el tiempo, los altos niveles de cortisol, conocida como ‘hormona del estrés’, pueden elevar la glucosa en sangre, favorecer la resistencia a la insulina, acumular grasa abdominal, y hacer que comas de manera poco saludable. ¿El resultado? Mayor riesgo de obesidad, de diabetes tipo 2, y descontrol metabólico.

   «Muchas personas relacionan el estrés con la ansiedad, la fatiga, o con dolores de cabeza, pero no con enfermedades metabólicas como la diabetes o la obesidad. Sin embargo, hoy sabemos que el estrés crónico puede alterar profundamente el metabolismo y dificultar el control de enfermedades como la diabetes», advierte Rocío Villar Taibo, especialista en Endocrinología y Nutrición. Esta especialista enfatiza que el estrés crónico no solo nos hace sentir que no podemos cumplir con las exigencias del día a día, sino que también podría aumentar el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2.

   En la práctica clínica se observa que aprender a manejar el estrés puede cambiar significativamente el bienestar y el control glucémico de los pacientes. «Por ello, es fundamental que tanto la población general como las personas con riesgo metabólico o con diabetes comprendan que ‘cuidar la mente’ es también cuidar el cuerpo», asegura esta profesional.

EL PELIGRO DEL ESTRÉS CONSTANTE

   La doctora Villar menciona que vivir en un estrés constante lleva a un aumento de la producción de cortisol, lo que puede elevar los niveles de azúcar en sangre. Esta situación prolongada puede contribuir, según aclara, a la resistencia a la insulina, que es el primer paso hacia la diabetes tipo 2, la más común en adultos.

   Recuerda que el cortisol es una hormona que nuestro cuerpo produce en situaciones de estrés, ya sea físico (como una infección o un traumatismo) o emocional. Su función principal es ayudarnos a «sobrevivir» en momentos de tensión: «Aumenta la glucosa en sangre para que el cerebro y los músculos cuenten con energía rápida, y también influye en la presión arterial, en la inflamación, o en el ritmo del sueño. Es esencial para el equilibrio del organismo, pero su presencia elevada a largo plazo puede resultar perjudicial, especialmente en el metabolismo».

SI TIENES ESTRÉS, TAMBIÉN MÁS POSIBILIDADES DE DIABETES

   Algunos estudios indican que las personas que experimentan altos niveles de estrés tienen más probabilidades de desarrollar diabetes, aunque los resultados no siempre son consistentes. Algunas investigaciones han hallado mayor asociación entre el estrés crónico y la diabetes en mujeres, otras en hombres o en personas con prediabetes.

   «Cuando se contemplan factores como la actividad física o la salud general, esa relación en algunos casos se debilita. Además, el estrés puede relacionarse con mayor obesidad. Aunque aún se necesita más evidencia científica para afirmarlo sin duda, todo sugiere que el estrés prolongado puede afectar nuestro metabolismo y aumentar el riesgo de diabetes, especialmente en individuos más vulnerables», enfatiza.

   Algunas señales de alarma que indican que el estrés puede estar afectando el metabolismo, aunque pueden no estar directamente relacionadas, y si persisten, es vital consultar a un profesional, son:

   Cambios inexplicables de peso, especialmente aumento de peso abdominal. Niveles de glucosa descontrolados, tanto en personas con diabetes como en aquellas sin la enfermedad. Aumento de la presión arterial. Dificultad para dormir o sueño poco reparador. Cansancio persistente, aún con un descanso adecuado. Mayor apetito o antojos frecuentes de alimentos poco saludables.

   «El estrés puede alterar tanto el metabolismo como la conducta alimentaria. Los niveles elevados de cortisol pueden llevar a muchas personas a buscar alivio rápido en alimentos calóricos y dañinos: dulces, comida rápida, snacks salados, por ejemplo. Este fenómeno se denomina ‘hambre emocional’, que puede afectar hasta al 70% de las personas», sostiene.

   En el corto plazo, como subraya esta experta, puede aliviar temporalmente el estrés, actuando como un mecanismo de afrontamiento, ya que el estrés incide en los centros cerebrales que regulan la recompensa y el apetito. «Sin embargo, a largo plazo y especialmente si se asocian otros factores como el sedentarismo, puede acarrear consecuencias muy perjudiciales para la salud, como aumento de peso y deterioro de la salud metabólica», añade.

   Además, la elevación crónica del cortisol debido al estrés promueve la acumulación de grasa, especialmente en la zona abdominal, que es crucial para el desarrollo de alteraciones metabólicas. Técnicas como el mindfulness, que ayudan a reconocer las señales reales de hambre y saciedad, así como a minimizar los patrones de alimentación impulsiva, pueden ser beneficiosas en estos casos.

CUIDADO SI YA TIENES DIABETES Y ESTRÉS

   Para quienes ya padecen diabetes, el estrés también puede descontrolar las cifras de glucosa, incluso si siguen adecuadamente su tratamiento. «Además, el estrés puede influir en hábitos poco saludables, como un sueño deficiente, menor actividad física o una alimentación desordenada, lo que complica aún más el control de la enfermedad», advierte esta especialista.

   Por eso, desde la Sociedad Española de Diabetes, así como otras entidades científicas, se recomienda una combinación de estrategias dentro de un estilo de vida saludable, incluyendo:

   Alimentación equilibrada, evitando el picoteo emocional y el exceso de azúcares y grasas. Actividad física regular, como caminar, bailar o hacer yoga, que ayuda a reducir los niveles de cortisol y mejora el control glucémico. Rutinas de sueño saludables, manteniendo horarios regulares y evitando pantallas antes de dormir. Técnicas de relajación, como la respiración consciente, la meditación o el mindfulness. Apoyo psicológico: si el estrés persiste o genera ansiedad o depresión, es recomendable contar con ayuda profesional.

Salir de la versión móvil