MADRID, 15 Oct. –
Muchas personas logran adelgazar, pero pocas mantienen esa pérdida. No se trata de falta de fuerza de voluntad, sino de biología: una vez que se pierde peso, el cuerpo activa un complicado sistema de defensa que ralentiza el metabolismo, aumenta el apetito y «empuja» de nuevo hacia el peso anterior. Aquí es donde la ciencia explica el temido efecto rebote.
La obesidad es una enfermedad crónica y multifactorial que va más allá de las calorías consumidas o gastadas. Cuando una persona adelgaza, su organismo percibe esa pérdida como una amenaza a la supervivencia y reacciona: las hormonas que regulan el hambre y la saciedad se desajustan – disminuye la leptina y aumenta la grelina – además, el metabolismo se ralentiza y el cerebro impulsa la recuperación del peso.
Este mecanismo evolutivo, que ayudaba a sobrevivir en tiempos de escasez, hoy sabotea los esfuerzos por mantener un peso saludable. Por ello, los expertos indican que tratar la obesidad requiere una perspectiva médica y sostenida en el tiempo, evitando soluciones rápidas o dietas milagro.
Así lo menciona Montse Prados, especialista en Endocrinología y doctora en Medicina (UAB), que trabaja en el Hospital de Martorell en Barcelona, enfocada en la obesidad y la salud cardiovascular. Destaca que entre las consecuencias de la obesidad se encuentran enfermedades metabólicas, como la diabetes tipo 2, patologías cardiovasculares, alteraciones articulares y problemas de salud mental.
«Además, se trata de una enfermedad recidivante y progresiva, lo que explica la dificultad para mantener la pérdida de peso a largo plazo», enfatiza la integrante del grupo de trabajo de Obesidad de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) y de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO).
EL CUERPO INTERPRETA LA PÉRDIDA DE KILOS COMO UNA AMENAZA
Prados explica que muchas personas logran adelgazar, pero son pocas las que mantienen el peso a largo plazo, pues «el cuerpo interpreta la pérdida de peso como una amenaza». «Tras adelgazar, el metabolismo se ralentiza y el apetito aumenta, facilitando la recuperación de los kilos. Este fenómeno responde a mecanismos de defensa evolutivos diseñados para evitar la inanición», subraya.
La doctora Prados, autora de ‘La medicina que necesitas eres tú: Hábitos antiinflamatorios para una salud extraordinaria’, resalta que la biología tiene un peso mucho mayor en este ámbito de lo que se suele pensar: «Las hormonas del hambre y de la saciedad se alteran tras la pérdida de peso, y el cerebro impulsa su recuperación porque lo ve como una amenaza para la supervivencia. Hay un desequilibrio entre la ingesta y el gasto de energía atribuible a cambios en señales ‘neurohormonales’ y predisposición genética. Esto demuestra que no es solo un esfuerzo personal; volver a ganar los kilos perdidos tiene una base fisiológica, no moral».
SÍ SE PUEDE MANTENER EL PESO
En este contexto, esta especialista recalca que el organismo defiende su «punto de ajuste», lo que significa que el cuerpo está biológicamente programado para evitar la pérdida de peso, como un mecanismo de supervivencia heredado.
«Sí es posible perder peso y mantenerlo, pero es complejo porque el cuerpo activa mecanismos de ahorro de energía y aumento del apetito. Esto plantea la obesidad como una enfermedad crónica: requiere seguimiento médico y estrategias a largo plazo; no soluciones rápidas», añade.
EL METABOLISMO TAMBIÉN CAMBIA
La doctora Prados recuerda que la leptina (hormona de la saciedad) disminuye mientras que la grelina (hormona del hambre) aumenta, intensificando el apetito. «Estos cambios pueden durar al menos 12 meses tras adelgazar, incluso si se mantienen dieta y ejercicio. Además, el metabolismo también se ajusta para disminuir el gasto de energía, ralentizando la tasa metabólica en reposo y la tasa metabólica de actividad. Esto explica la tendencia fisiológica al rebote», explica.
Por ello, la especialista y miembro de la SEEDO enfatiza que recuperar los kilos perdidos tras adelgazar «tiene una base fisiológica y se ve influido por factores genéticos, hormonales, ambientales, psicológicos y sociales».
RECOMENDACIONES PRÁCTICAS
Con base en todo esto, la experta del Hospital de Martorell comparte algunas recomendaciones prácticas para aquellos que acaban de perder peso y desean no recuperarlo:
- Mantener hábitos sostenibles, con una alimentación basada en productos frescos y vegetales, evitando dietas muy restrictivas y el consumo de ultraprocesados.
- Actividad física regular, al menos 30-60 minutos la mayoría de los días; y combinar ejercicio cardiovascular con entrenamiento de fuerza.
- Cuidar el sueño y manejar el estrés, factores que influyen en el apetito.
- Apoyo psicológico para trabajar la relación con la comida y la motivación.
- Seguimiento médico, que puede incluir tratamiento farmacológico o cirugía bariátrica en casos seleccionados.
«La obesidad es una enfermedad crónica y multifactorial. No se trata solo de comer menos y moverse más: requiere un enfoque médico, psicológico y social. Mantener el peso perdido implica estrategias a largo plazo. Cambios sostenibles en los hábitos, apoyo psicológico y, en algunos casos, medicamentos o cirugía bariátrica forman parte del tratamiento», concluye Montse Prados, especialista en Endocrinología y doctora en Medicina.
Más sobre salud y prevención de la obesidad. Visita SEEDO para más información sobre el estudio de la obesidad. Consulta la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) para recursos útiles.