MADRID 22 Ago. –
Un equipo de investigadores liderado por la Universidad Estatal de Bois (Estados Unidos) ha demostrado que la **exposición de las personas a los incendios forestales** ha aumentado un 40 por ciento a nivel mundial entre los años 2002 y 2021, a pesar de que la superficie quemada ha disminuido un 26 por ciento en el mismo periodo.
El estudio, publicado en la revista Science, concluye que el aumento de esta exposición se relaciona con el crecimiento de la población en la interfaz urbano-forestal. Este tipo de dinámicas representa un 25 por ciento de las 440 millones de personas expuestas a los incendios.
«Los incendios forestales son cada vez más destructivos para las personas y los bienes a nivel mundial. Esto es resultado del aumento de la actividad incendiaria y el desarrollo humano en la interfaz entre zonas urbanas y forestales. Casi la totalidad del aumento de la exposición se ha registrado en África, que ha representado más del 85 por ciento de todas las personas expuestas directamente a incendios forestales durante el periodo de estudio», se afirma en el artículo.
La pesquisa también observa incrementos en América y Asia, aunque en menor medida que en África, y no se han registrado aumentos en Europa y Oceanía.
En la investigación también se señala que los incendios forestales, que ocurren en terrenos con vegetación y excluyen áreas agrícolas comerciales, son responsables directos de al menos 2.500 muertes humanas y 10.500 lesiones entre 1990 y 2021. De forma indirecta, causan 1,53 millones de muertes anuales a nivel mundial debido a la contaminación del aire que generan.
Aunque los investigadores han vinculado «directamente» la actividad de los incendios con el cambio climático, afirmando que ha incrementado el número de días propicios para «conductas extremas» del fuego en regiones vulnerables, también han recordado que la actividad humana puede agravar los impactos del cambio climático. Para más información sobre esta relación, se puede consultar IPCC.
En este sentido, se destaca que los incendios provocados por humanos, tanto intencional como accidentalmente, constituyen el 84 por ciento de todos los incendios forestales en Estados Unidos y el 90 por ciento en la Europa mediterránea.
Si bien las igniciones por rayos son predominantes en regiones remotas, los científicos enfatizan que la actividad humana influye «enormemente» en el momento y ubicación de los incendios. Por ejemplo, la introducción de especies invasoras en los desiertos de América del Norte ha resultado en incendios forestales «más frecuentes y de mayor tamaño», mientras que la fragmentación de la tierra causada por la agricultura en la sabana africana ha disminuido las áreas quemadas.
Esta práctica agrícola es una de las principales responsables de la disminución de la superficie quemada, a pesar del aumento de incendios en bosques templados y boreales y la tendencia hacia incendios más intensos. Para detalles sobre el impacto de la agricultura, se puede visitar FAO.
Durante la investigación se utilizaron 18,6 millones de registros de incendios individuales de 2002 a 2021 del Atlas Global de Incendios, basado en datos MODIS y de población de WorldPop. Además, se emplearon datos de uso y cobertura del suelo y registros de incendios activos para excluir incendios no forestales.
En el artículo se aclara que, aunque se ha definido la exposición humana a incendios forestales como el número de personas que residen dentro de perímetros quemados, sus efectos se extienden «mucho más allá» de estos territorios.
EXPERTOS DIFIEREN EN LA CALIDAD DEL TRABAJO
Esta investigación ha generado diversas opiniones entre expertos consultados. El profesor de Ingeniería y Ciencias Agrarias en la Universidad de León, Víctor Fernández-García, ha señalado que el enfoque del estudio es «novedoso» al concentrarse en la exposición al fuego y en las dinámicas poblacionales.
«El artículo presenta resultados robustos, considerando las limitaciones de utilizar datos de resolución espacial moderada. La principal novedad del trabajo es demostrar que existe un aumento global de exposición al fuego, y que esto responde principalmente al crecimiento y redistribución de la población en zonas propensas al fuego», ha añadido.
Por otro lado, la catedrática de Análisis Geográfico Regional en la Universidad Complutense de Madrid, Cristina Montiel Molina, ha expresado que el artículo tiene «varias deficiencias graves». Critica que identifica la exposición solo con las interfaces urbano-forestales, afirmando que «la exposición humana a los incendios es mucho más amplia» y no se limita a estos territorios.
«Además, al tratar las interfaces de manera genérica, el enfoque resulta incorrecto dada la variabilidad de casos. Carece de rigor en el manejo de escalas espacio-temporales y no detalla adecuadamente las fuentes de información utilizadas», ha subrayado.
En contraste, el profesor asistente en el Instituto Mixto de Investigación en Biodiversidad (IMIB) del CSIC-Universidad de Oviedo, José Valentín Roces, ha elogiado la «gran calidad e impacto» del estudio por conectar los cambios en los incendios con la población.
«Los resultados son contundentes. Desde principios del siglo XXI, el número de personas directamente expuestas a incendios forestales, especialmente a los más intensos, ha crecido sin cesar. Esta coincidencia espacial entre incendios y asentamientos humanos se observa en todos los continentes, aunque con diferentes magnitudes y factores explanatorios. En algunas áreas, el crecimiento poblacional ha sido crucial, mientras que en otras, han prevalecido factores climáticos», ha concluido.