MADRID, 7 Sep. –
El intestino es mucho más que un órgano digestivo: es un segundo cerebro que influye directamente en nuestro estado de ánimo. De esta manera, una microbiota sana, que se obtiene, entre otros puntos, gracias al consumo de alimentos ricos en triptófano, en omega 3, o en magnesio, puede convertirse en aliada de tu salud emocional. Pero es relevante señalar que que algo sea natural no implica que siempre sea seguro.
Así lo sostiene el biólogo y bioquímico francés Mathieu Bouarfa (@nutrastream), especializado en salud natural y autor de su primer libro La revolución de los complementos alimenticios (Grou), tras años de investigar y divulgar la ciencia relacionada con los complementos alimenticios.
Según Bouarfa, «los productos de salud natural no son antidepresivos», ya que el humor es una cuestión de química cerebral, y los neurotransmisores son los arquitectos de nuestras emociones. «Pero existe el llamado ‘eje intestino-cerebro’, y el intestino es ese segundo cerebro necesario para nuestra salud emocional, siendo la microbiota esencial en la producción de los neurotransmisores mencionados», enfatiza.
Por eso, advierte que una microbiota desequilibrada o empobrecida genera moléculas proinflamatorias que atraviesan la barrera intestinal, afectando la química cerebral. «Si deseas cuidar tu estado de ánimo, recuerda cuidar de tus intestinos», comenta.
A QUÉ ALIMENTOS DEBES HACER CASO
Para ello, menciona alimentos ricos en triptófano, un aminoácido precursor de la serotonina, la hormona de la felicidad; que se encuentra en la carne de ave, huevos, productos lácteos, o frutos secos. «La clave es asociarlos a glúcidos complejos, como arroz integral o boniato, para favorecer su llegada al cerebro», aclara.
Asimismo, resalta el pescado azul, como salmón, sardinas o caballa, gracias a su contenido de omega 3, ácidos grasos «muy valiosos para tu cerebro». Desde una perspectiva vegetal, Bouarfa sugiere optar por alimentos ricos en magnesio para estimular el sistema nervioso, a través de la ingesta de cereales integrales, legumbres, frutos secos o cacao. «Este mineral antiestrés es crucial para regular la excitabilidad nerviosa y participa en la fabricación de neurotransmisores clave», subraya.
ACTIVOS NATURALES QUE NO DEBES OLVIDAR
Bouarfa menciona que existen ciertos activos naturales que pueden ayudarnos a mantener el equilibrio natural al actuar moderadamente sobre múltiples parámetros, como relajación, función intestinal y bienestar mental. Especifica que el magnesio contribuye al buen funcionamiento del sistema nervioso y a funciones psicológicas normales, así como el yodo. También menciona a la radiola, que optimiza el sistema nervioso y ayuda al organismo a adaptarse y proteger las células en periodos de estrés físico y emocional.
Igualmente, Mathieu Bouarfa destaca la importancia de las vitaminas B1, B3, B6 y B12, que son esenciales para el adecuado funcionamiento del sistema nervioso, y la ashwaganda, que ayuda a mantener las capacidades mentales y físicas, junto con la teanina, que favorece la calma y un buen equilibrio emocional.
Sin embargo, insiste en que porque un producto sea natural no significa que sea inofensivo: «Todo depende de su uso; por ejemplo, consumir más de 7 litros de agua, aunque sea un producto natural, puede ser peligroso. Existen complementos naturales y sintéticos, regulados por la normativa española y europea sobre dosis y formas de uso».
CONTRAPRODUCENTES PARA NUESTRO BIENESTAR EMOCIONAL
Por último, Bouarfa advierte que «la alimentación contribuye a un equilibrio emocional» y menciona que una dieta demasiado azucarada, rica en grasas saturadas y en alimentos ultraprocesados puede ser perjudicial para la salud mental.
«Los complementos alimentarios, siempre que se respeten las dosis indicadas, no deberían causar problemas; no obstante, exceder las dosis en fitoterapia puede ser contraproducente», alerta Bouarfa.
Resalta la preocupación por los aditivos, ya que «algunos aditivos han demostrado ser perjudiciales, y espero que en 10 años estén prohibidos», especialmente en relación con la microbiota intestinal. Cita específicamente el dióxido de silicio y el óxido de hierro, que podrían ser perjudiciales para nuestra microbiota, concluye.