Bailar: Con Música o con Metrónomo

Bailar: Con Música o con Metrónomo

MADRID 3 Jun. –

La responsable de la Unidad de Neuromodulación del Servicio de Neurología de Olympia Quirónsalud, la doctora Vanesa Pytel, ha explicado este martes que el cerebro reacciona de forma diferente dependiendo de si se está conversando con una persona o con un asistente virtual basado en Inteligencia Artificial (IA).

«Las conversaciones humanas son un fenómeno neurobiológico complejo. Cuando hablamos con otra persona, nuestro cerebro activa múltiples redes de procesamiento. No sólo desciframos palabras, también interpretamos gestos, tonos, pausas, emociones, silencios. Áreas como la amígdala, la ínsula y la corteza prefrontal medial se activan para descodificar lo que el otro siente, no sólo lo que dice», ha explicado Pytel.

Tras ello, ha comparado las conversaciones con seres humanos con «bailar un tango», considerando que para ambas acciones se requiere de «atención plena», «sincronía emocional» y «adaptabilidad», recalcando que «cada paso, cada pausa y cada mirada construyen un tejido invisible que conecta mentes y corazones«.

Sin embargo, hablar con una IA provoca cambios en el patrón cerebral, ya que, aunque el lenguaje continúa procesándose, se «apaga» la respuesta emocional, resultando en una interacción más lógica y técnica, donde el cerebro analiza sin empatizar.

«Hablar con una IA es como bailar con un metrónomo: el ritmo está ahí, la precisión también. Pero falta el contacto, la resonancia emocional, la riqueza de lo imprevisible. Es funcional, pero no significativo», ha agregado.

La neuróloga ha señalado que uno de los límites «más evidentes» de la IA es la ausencia de empatía, pues, a pesar de poder simular una escucha activa o un tono emocional, no sienten ni interpretan afectivamente lo que se les dice, algo que puede ser «suficiente» para tareas mecánicas, técnicas o informativas.

Sin embargo, cuando se trata sobre liderazgo, vínculos humanos o procesos creativos, Pytel ha considerado que estas carencias se convierten en un «importante» obstáculo, ya que una conversación «no es solo» un intercambio de datos, sino un encuentro entre «subjetividades».

A pesar de ello, la especialista cree que la IA sí ofrece oportunidades cognitivas interesantes, ya que se requiere formular pensamientos de manera clara, precisa y estructurada, lo que implica un esfuerzo mental que puede fortalecer las habilidades de síntesis, claridad mental, pensamiento crítico y ordenado.

«La eficiencia no reemplaza la conexión. La IA agiliza procesos, pero no construye vínculos. Y al final, la transformación verdadera, en las personas, en los equipos, en las culturas, no nace de respuestas automáticas, sino de conversaciones reales«, ha expresado.

EL DESAFÍO DE ENTENDER CÓMO, CUANDO Y PARA QUÉ USAR LA IA

En relación a ello, la especialista ha expresado que el verdadero desafío consiste en entender cómo, cuándo y para qué usar los diferentes tipos de inteligencia, ya que, si bien las máquinas pueden ayudar a pensar, organizar y decidir con lógica, solo los humanos pueden sentir, conectar, intuir y transformar, algo de especial importancia en un mundo cada vez «más automatizado».

«El liderazgo del futuro no dependerá de tener todas las respuestas, sino de saber hacer las preguntas correctas, escuchar con empatía y construir confianza», ha añadido, advirtiendo que las decisiones, las relaciones y las culturas organizacionales están «profundamente modeladas» por el funcionamiento del cerebro, motivo por el que ha opinado que sería un «error» ignorar este hecho en un entorno «cada vez más tecnológico».

Por último, ha insistido en que conversar con una IA puede ser útil, eficaz y hasta intelectualmente estimulante, pero el valor del encuentro humano es «insustituible», pues la IA puede «procesar» las palabras, mientras que el ser humano puede «sentirlas».

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