Dolor en los pies durante el verano: ¿podría ser fascitis plantar? Guía para diagnosticar y aliviar el malestar.

Dolor en los pies durante el verano: ¿podría ser fascitis plantar? Guía para diagnosticar y aliviar el malestar.

   MADRID, 12 Jul. –

   Las actividades físicas que algunas personas inician y otras aumentan en verano ofrecen numerosos beneficios para la salud, pero también pueden favorecer la aparición de una dolencia común en consulta, como es la fasciopatía plantar, comúnmente conocida como fascitis plantar.

   «El problema no está directamente relacionado con el calor o el verano en sí, sino con los cambios de hábitos que trae consigo: más movimiento, mayor carga para el pie y menos protección debido al tipo de calzado», detalla Guido Fabián Gómez Chiguano, fisioterapeuta y experto en patología del miembro inferior.

   Durante el año, muchos pies se acostumbran a un estilo de vida sedentario y a calzado con una suela más alta en el talón que en la parte delantera. Esto provoca que músculos como los gemelos, el sóleo (en la parte baja de la pantorrilla) y estructuras como el tendón de Aquiles y la fascia plantar se mantengan en un cierto grado de relajación.

   «Pero esa diferencia de altura desaparece en verano y comenzamos a caminar descalzos o a usar chanclas muy planas y flexibles«, añade Gómez Chiguano.

   Esta disminución repentina de soporte y el aumento de la exigencia física provocan que estructuras como la fascia plantar reciban más carga de la que están preparadas para asumir. La fascia plantar es un tejido grueso situado debajo de la piel de la planta del pie, que va desde el talón hasta la parte delantera.

EL RIESGO DE LA SUPERFICIES IRREGULARES

   Otro factor clave es el terreno. Con el buen tiempo, aumentan las actividades en la playa o en entornos naturales con superficies irregulares, a los que el pie no está adaptado.

   «Realizar deporte sobre arena o caminar sobre suelos irregulares activa con más intensidad todo la musculatura del pie y de la pierna, aumentando la tensión tanto en la fascia plantar como en el tendón de Aquiles», continúa Gómez Chiguano.

   Así, la combinación de sobreuso, el cambio de calzado y terrenos irregulares puede desencadenar esta dolencia, que más que un proceso inflamatorio es en realidad una patología por degeneración del tejido. La sobrecarga asociada a estos factores es la gota que colma el vaso.

CÓMO DETECTAR SI ES FASCITIS PLANTAR

   Los signos de alerta más frecuentes son:

   – Dolor punzante en el talón al dar los primeros pasos por la mañana o al levantarse después de estar sentado un rato.

   – El dolor mejora al caminar o realizar ejercicio, pero tarda más en «calentarse».

   – En fases más avanzadas, el dolor ya no se ‘calienta fácilmente’. Es más intenso al final del día, con la acumulación de actividad, e incluso puede mantenerse durante la noche.

   «Si no se modifica la causa y se sigue sobrecargando la fascia, el dolor dejará de desaparecer con el movimiento y se cronificará. Cuanto antes se actúe, mejor será el pronóstico«, señala Gómez Chiguano.

   Y aunque estos signos y recomendaciones están orientados a la fascitis plantar, muchas pautas son igualmente útiles si el dolor surge en la zona del tendón de Aquiles.

   «En ese caso, estaríamos ante una tendinopatía aquílea, que comparte causas y medidas de prevención y tratamiento», dice el fisioterapeuta.

   «Si notamos una tensión excesiva en los gemelos o sóleo durante los días de mayor actividad, es recomendable aplicar estas mismas estrategias, ya que puede ser un signo de sobrecarga en desarrollo».

EVITAR QUE SE CRONIFIQUE

   Ante los primeros signos de dolor, lo más importante es actuar pronto. «De esa forma podemos revertir la situación sin necesidad de frenar completamente nuestra actividad. Pero si no lo hacemos, el dolor puede cronificarse o, en casos extremos, llegar a provocar roturas parciales de la fascia plantar«, advierte Gómez Chiguano.

   El objetivo no es dejar de moverse, sino hacerlo con conciencia y proteger los pies. Aquí van algunas recomendaciones clave:

   – Aplicar frío local sobre la zona dolorida durante unos 20 minutos varias veces al día, especialmente después de realizar actividad física.

   – Evitar caminar descalzo o con chanclas planas y blandas. Utiliza calzado deportivo con el talón elevado o chanclas de montaña con suela rígida.

   – Elegir sandalias específicas para fascitis plantar o calzado con plataforma moderada, siempre que no compriman los dedos ni carezcan de sujeción.

   – Utilizar calzado técnico para cualquier actividad deportiva, incluso en la playa.

   – Realizar estiramientos, un aliado directo contra el dolor.

   Además del calzado y el control del dolor con frío, Gómez Chiguano destaca la importancia del estiramiento regular de los gemelos y el sóleo. El exceso de tensión en esta musculatura aumenta la tracción sobre la fascia plantar, favoreciendo la aparición de síntomas.

   Los estiramientos deben realizarse entre cuatro y cinco veces al día, durante 50 segundos por serie, de forma progresiva y controlada. Son sencillos y ayudan en la recuperación.

   Si el dolor persiste, desde el CPFCM recomiendan acudir a un profesional sanitario cualificado, como un fisioterapeuta, un podólogo o un médico, quienes podrán evaluar el estado del tejido, determinar el diagnóstico y ofrecer el tratamiento más adecuado.

   El abordaje precoz, individualizado y coordinado entre distintos profesionales de la salud es esencial para evitar la cronificación del problema y garantizar una recuperación eficaz. Para más información sobre el tratamiento de la fasciopatía plantar, consulta a un especialista.

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