El sencillo hábito que cuida tu corazón de las arritmias y la importancia del ritmo.

El sencillo hábito que cuida tu corazón de las arritmias y la importancia del ritmo.

MADRID, XX

Las arritmias cardíacas son trastornos del ritmo del corazón que provocan que este lata demasiado rápido, lentamente o de manera irregular. Entre las más comunes se encuentran la fibrilación auricular, la taquicardia y la bradicardia.

Aunque algunas arritmias pueden ser inofensivas, existen otras que pueden elevar significativamente el riesgo de sufrir accidentes cerebrovasculares, insuficiencia cardíaca o incluso la muerte súbita.

UN HÁBITO SENCILLO QUE MEJORA LA SALUD CARDÍACA

Afectan a millones de personas a nivel global, especialmente con el envejecimiento de la población. El tratamiento puede variar desde medicamentos para controlar el ritmo o prevenir coágulos hasta procedimientos como la cardioversión eléctrica o la ablación.

Caminar a paso rápido y el tiempo dedicado a esa velocidad pueden reducir el riesgo de anomalías del ritmo cardíaco, como fibrilación auricular, taquicardia (latidos cardíacos rápidos) y bradicardia (latidos cardíacos muy lentos), según un estudio de la Universidad de Glasgow, publicado en la revista ‘Heart’.

EL IMPACTO DE CAMINAR A PASO RÁPIDO EN LAS ARRITMIAS CARDÍACAS

Los hallazgos fueron independientes de los factores de riesgo cardiovascular conocidos, pero más pronunciados en mujeres, menores de 60 años, quienes no eran obesos y aquellos con condiciones médicas preexistentes a largo plazo. Las anomalías del ritmo cardíaco son frecuentes, subrayan los autores, destacando que la fibrilación auricular duplicó su prevalencia en los últimos 30 años, alcanzando casi 60 millones de casos en 2019.

Dado que tales anomalías se asocian con mayores riesgos de enfermedades cardiovasculares, muerte cardíaca súbita y discapacidad, la identificación de factores de riesgo modificables es crucial para evitar sus repercusiones en la salud.

POR QUÉ HAY QUE SUBIR EL RITMO

Si bien el ritmo de caminata se asocia con menores riesgos de enfermedad cardiovascular y mortalidad, son pocos los estudios que han examinado su impacto en las arritmias. Por ello, los investigadores investigaron el impacto de diversas velocidades de caminata y el posible papel de factores metabólicos y de inflamación, así como otros factores de riesgo como la edad, el sexo, la obesidad, el tabaquismo, el consumo de alcohol y condiciones preexistentes a largo plazo.

La investigación involucró a 420,925 participantes del Biobanco del Reino Unido, cuyos datos sobre velocidad de marcha fueron tomados de respuestas a cuestionarios. El tiempo dedicado a caminar a diferentes velocidades fue registrado para 81,956 de ellos.

Un ritmo lento fue definido como caminar a menos de 3 millas por hora (4.82 km/h); un ritmo constante/promedio como 3-4 millas por hora (entre 4.82 km/h y 6.44 km/h); y un ritmo rápido como más de 4 millas por hora (6.44 km/h). La edad promedio de los participantes fue de 55 años, con más de la mitad (55%) siendo mujeres y la mayoría (97%) blancas. En total, 27,877 participantes (poco más del 6.5%) reportaron un ritmo de caminata lento; 221,664 (53%) un ritmo promedio; y 171,384 (41%) un ritmo rápido.

Durante un seguimiento promedio de 13 años, 36,574 (9%) de los participantes desarrollaron anomalías del ritmo cardíaco: 23,526 fibrilación auricular; 19,093 otras arritmias cardíacas; 5,678 presentaron una frecuencia cardíaca anormalmente lenta y 2,168 arritmias ventriculares (ritmos anormales que se originan en las cámaras inferiores del corazón).

ESTUDIO Y RESULTADOS DEL BIOBANCO DEL REINO UNIDO

Los participantes que informaron caminar más rápido tendían a ser hombres, vivían en áreas menos desfavorecidas y llevaban estilos de vida más saludables. Además, tenían cinturas más delgadas, pesaban menos y presentaban niveles más adecuados de factores de riesgo metabólicos, como lípidos en sangre y glucosa en ayunas, así como niveles más bajos de actividad inflamatoria y enfermedades crónicas.

Una vez considerados factores demográficos y de estilo de vida, un ritmo de caminata promedio o rápido se asoció con riesgos significativamente menores (35% y 43%, respectivamente) de todas las anomalías del ritmo cardíaco en comparación con quienes caminaban lentamente. Adicionalmente, estas velocidades de caminata se asociaron con menores riesgos de fibrilación auricular (38% y 46%) y otras arritmias cardíacas (21% y 39%) frente a aquellos que caminaban a un ritmo lento.

Aproximadamente 4,117 de los 81,956 participantes con datos de seguimiento desarrollaron arritmias. Quienes caminaron más a paso rápido eran generalmente más jóvenes, con mayor probabilidad de ser blancos y hombres, y procedían de áreas con mejor situación socioeconómica. En general, llevaban un estilo de vida más saludable y disfrutaban de una mejor salud general.

Aunque el tiempo dedicado a caminar a un ritmo lento no se asoció con el riesgo de desarrollar anomalías del ritmo cardíaco, caminar más a un ritmo promedio o rápido se asoció con un riesgo 27% menor. En total, cerca del 36% de la asociación entre el ritmo de caminata y anomalías del ritmo cardíaco estuvo influenciada por factores metabólicos e inflamatorios.

UN HÁBITO SENCILLO CON GRANDES BENEFICIOS PARA TU CORAZÓN

Las asociaciones observadas fueron independientes de factores de riesgo cardiovascular conocidos, siendo más marcadas en mujeres, menores de 60 años, no obesos, con hipertensión arterial y con dos o más enfermedades crónicas.

Este estudio es observacional, por lo que no se pueden establecer conclusiones firmes sobre causalidad. Los investigadores reconocen que parte del trabajo se basó en autoinformes y que los participantes no reflejan un amplio espectro de edades y orígenes étnicos.

No obstante, este estudio es el primero en explorar las vías que respaldan la relación entre el ritmo de caminata y las arritmias, y ofrece evidencia de que los factores metabólicos e inflamatorios pueden jugar un papel—caminar más rápido ha disminuido el riesgo de obesidad e inflamación, lo que, a su vez, ha reducido el riesgo de arritmias.

«Este hallazgo es biológicamente plausible porque estudios epidemiológicos han demostrado consistentemente que el ritmo de caminata está inversamente relacionado con factores metabólicos, como la obesidad, la HbA1c [glucosa en ayunas], la diabetes y la [hipertensión], que a su vez están relacionados con el riesgo de arritmias», concluyen.

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