MADRID 22 Mar. –
Un nuevo estudio internacional ha revelado que **bailar no solo mejora el ánimo**, sino que también juega un papel crucial en la gestión del estrés, el fortalecimiento de la resiliencia y la promoción del bienestar general.
Los resultados de esta investigación indican que la práctica de la danza puede facilitar la expresión emocional y fomentar los vínculos sociales, creando un poderoso amortiguador contra el estrés. Estos factores no solo elevan el estado de ánimo, sino que además favorecen la liberación de hormonas como la oxitocina y las endorfinas, asociadas a los sentimientos de felicidad y conexión.
El estudio, llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Surrey y la Universidad de Roehampton, ambas en Reino Unido; la Universidad de Radboud (Países Bajos) y la Universidad del Sur de Dinamarca, sugiere que las intervenciones musicales reducen la ansiedad, el nerviosismo, la inquietud y la sensación de preocupación, así como también los niveles de cortisol salival, la frecuencia cardíaca y la presión arterial.
El artículo, publicado en la revista ‘Psychology of Sport & Exercise’, investiga la relación entre la danza y la regulación del estrés desde perspectivas multidisciplinares, incluyendo la psicología, la neurobiología y la sociocultural.
A través del análisis de diversas formas de danza, la investigación resalta cómo el movimiento, la música y la conexión social pueden transformar nuestra manera de enfrentar los retos cotidianos.
El equipo internacional de académicos, especializados en la enseñanza y el aprendizaje de la danza, recopiló datos de un amplio espectro de estudios que investigan los efectos de la danza sobre el estrés. Esto incluyó no solo una revisión de la bibliografía existente, sino también una exploración de temas relacionados, como el impacto de la música y el ritmo, la interacción social y las respuestas fisiológicas al movimiento.
«Es fascinante ver cómo algo tan placentero como el baile puede tener efectos profundos en nuestra salud mental», comentó el doctor Jonathan Skinner, catedrático de Antropología de los Acontecimientos y coautor del estudio en la Universidad de Surrey. «Nuestra investigación demuestra que bailando podemos aprovechar un mecanismo natural de alivio del estrés que mejora nuestra capacidad de recuperación y nos ayuda a lidiar con las presiones diarias.»
En definitiva, su investigación «sugiere que incorporar el baile a nuestras rutinas semanales podría ser una estrategia sencilla pero eficaz para mejorar la salud mental y la resiliencia«.
En este contexto, resalta que «en un momento en que la salud mental es más crucial que nunca, estos hallazgos apoyan la integración de la danza en las iniciativas de salud de la comunidad. Promover que las personas se muevan juntas puede crear un sentimiento de pertenencia y apoyo, a la vez que mejora su capacidad para afrontar el estrés».