MADRID, 19 Sep. –
El académico especializado en antienvejecimiento Arturo Fernández-Cruz ha afirmado que no es el estrés «lo que mata o envejece» a las personas, sino «la manera de afrontar» estas situaciones, enfatizando que la mayor parte del estrés es «positivo y adaptativo».
«Puede ser breve, puntual y fortalecedor, ayudándonos a mejorar el rendimiento, pero puede ser mortal si se prolonga de forma crónica y no sabemos cómo gestionarlo», ha señalado el académico de número de Medicina Social de la Real Academia Nacional de Medicina de España (RANME) después de una sesión científica en dicha institución.
Según ha explicado, factores como la educación, la familia, el estado social y geopolítico, la religión y la ideología personal son los que definen «su interpretación» de los acontecimientos y, en función de ello, tendrá una respuesta neuro-hormonal en su cerebro.
«Su mediación por el sistema nervioso autónomo se enfrentará entonces dentro de un marco de control o se generarán alteraciones por una adaptación inadecuada que puede resultar en situaciones no deseadas, incluyendo la enfermedad mental«, ha apuntado.
Al respecto, ha comentado que la mayor parte del estrés es un proceso de aprendizaje que prepara al cerebro para futuros retos, pero cuando se cronifica, comienza a debilitar el sistema inmunológico, dañar el ADN, recortar los telómeros, llevando así a la aparición de enfermedades asociadas al envejecimiento.
EL 60% DE ESPAÑOLES SUFRE ESTRÉS
Según Fernández-Cruz, España es el país europeo con niveles más altos de estrés, afectando a aproximadamente un 60 por ciento de la población, especialmente a jóvenes y mujeres.
Para identificar cuándo el estrés se vuelve crónico, ha advertido sobre varias señales de alerta física, como dolor de cabeza, tensiones musculares, problemas digestivos, fatiga constante e insomnio; y emocional, como irritabilidad, ansiedad, tristeza, desesperanza y cambios de humor.
En este contexto, ha añadido que el estrés crónico también tiene efectos cognitivos, destacándose beneficios como dificultad para concentrarse, problemas de memoria, pensamientos negativos recurrentes y problemas para tomar decisiones. «Por último, también puede provocar consecuencias conductuales: aislamiento social, abuso de alcohol, tabaco y/o drogas; se puede comer en exceso o dejar de hacerlo, lo que lleva a la procrastinación y una baja productividad», ha afirmado.
ABORDAJE DEL ESTRÉS
Como claves para gestionar el estrés, Fernández-Cruz ha recomendado practicar la meditación y la atención plena, que permiten al cerebro desarrollar la capacidad de adaptarse y modificar sus conexiones neuronales.
«Nuestra sociedad occidental ha normalizado un ritmo de vida estresante, donde la sensación de agobio parece algo habitual. Para evitar perdernos en la velocidad de las cosas, debemos comprometernos con hábitos que nos permitan ir más despacio, generar menos ruido externo y mental, especialmente el ruido interno neuronal que a veces resulta insoportable», ha resaltado.
Asimismo, ha sugerido realizar ejercicio regular entre tres y cinco veces a la semana para estimular el sistema parasimpático; dormir de siete a nueve horas con horarios fijos; llevar una alimentación consciente, natural, variada y equilibrada; hablar y compartir con personas de confianza; aprender a decir ‘no’ sin culpa; gestionar bien el tiempo organizando tareas y evitando la procrastinación; reservar tiempo para el ocio y el descanso; vivir alineado con lo que realmente te importa y acudir a estrategias de manejo del estrés para entrenar habilidades a largo plazo. Para más información, visita nuestra sección sobre bienestar y manejo del estrés.