Hasta el 60% de las personas con síndrome de piernas inquietas tiene problemas para sentarse o relajarse.

Hasta el 60% de las personas con síndrome de piernas inquietas tiene problemas para sentarse o relajarse.

MADRID 23 Sep.

La coordinadora del Grupo de Estudio de Trastornos de la Vigilia y Sueño de la Sociedad Española de Neurología (SEN), Celia García Malo, ha subrayado el impacto en la calidad de vida del síndrome de piernas inquietas, indicando que hasta un 60 por ciento de pacientes enfrenta dificultades para sentarse o relajarse.

Esto lo ha señalado con motivo del Día Mundial del Síndrome de Piernas Inquietas (SPI), una enfermedad neurológica que la SEN estima que afecta a más de dos millones de personas en España, con un porcentaje de personas no diagnosticadas que podría alcanzar el 90 por ciento.

El SPI se caracteriza por una necesidad de mover las extremidades inferiores debido a sensaciones de hormigueo, picazón, dolor o malestar. Estos síntomas tienden a aparecer o intensificarse durante períodos de inactividad, especialmente al estar sentado o acostado, y se alivian transitoriamente con el movimiento.

Además, suelen presentarse en la tarde-noche, lo que dificulta conciliar el sueño y lograr un descanso reparador. Celia García ha explicado que es una causa «sumamente común» de insomnio o mala calidad de sueño, que no mejora con tratamientos clásicos hipnóticos, y en ocasiones, el uso de ciertos fármacos puede agravar los síntomas.

Esta enfermedad puede manifestarse a cualquier edad, aunque es más frecuente entre los adultos, afectando hasta a un 10 por ciento de la población. Los síntomas a menudo se confunden con enfermedades reumáticas o trastornos circulatorios; de hecho, en España, se han documentado casos de retrasos en el diagnóstico de más de 10 años.

En niños, su prevalencia es de alrededor del cuatro por ciento, aunque es el grupo donde se estima que existe un mayor infradiagnóstico, ya que los síntomas a menudo aparecen de manera muy discreta y esporádica en las fases iniciales. Hasta que no se agravan, suelen atribuirse al crecimiento o a otros trastornos como el TDAH.

DÉFICIT DE HIERRO

En todos los grupos de edad, la prevalencia en mujeres es el doble que en hombres, ya que el SPI es especialmente frecuente en situaciones que generan diferentes déficit de hierro o alteraciones metabólicas, como ocurre durante el embarazo o en el contexto de menstruación abundante. Sin embargo, la especialista ha destacado que el hierro no es el único factor determinante.

Aunque la causa exacta del SPI aún no se comprende completamente, alrededor del 65 por ciento de los pacientes tienen antecedentes familiares. Además, se ha asociado con otras enfermedades como la insuficiencia renal crónica, la diabetes y ciertas neuropatías.

En relación al tratamiento, la experta ha indicado que existen diversas clases de medicamentos eficaces, incluyendo la suplementación con hierro, cuando está justificada. «La mayoría de los pacientes experimentan una notable mejora en su calidad de vida y en el descanso nocturno, lo que impacta de forma muy positiva en su salud general», ha enfatizado.

Al tratarse de una patología crónica, García ha puntualizado que los pacientes necesitan un seguimiento, con visitas sucesivas al neurólogo para reevaluar la evolución de la enfermedad, que además es fluctuante, lo que requiere ajustar la medicación según las necesidades.

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