¿Hay una conexión entre las bacterias orales e intestinales y el riesgo de ictus? Expertos alertan sobre un aumento en la probabilidad de sufrirlos.

¿Hay una conexión entre las bacterias orales e intestinales y el riesgo de ictus? Expertos alertan sobre un aumento en la probabilidad de sufrirlos.

MADRID 31 Ene. –

La bacteria ‘Streptococcus anginosis’, comúnmente presente en la boca y el intestino, podría estar vinculada a un mayor riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular, según un estudio preliminar realizado por la Asociación Estadounidense del Corazón en colaboración con el Centro Nacional Cerebral y Cardiovascular de Osaka (Japón).

La investigación, que será presentada en la Conferencia Internacional sobre Accidentes Cerebrovasculares de 2025 de la Asociación Estadounidense de Accidentes Cerebrovasculares, cuantificó las bacterias detectables en la saliva y los intestinos de personas que recientemente sufrieron algún tipo de accidente cerebrovascular, comparándolas con personas similares que no habían experimentado dicho evento y que se sometieron a controles médicos de rutina.

El estudio reveló que la ‘Streptococcus anginosis’ era «significativamente más abundante» en la saliva y el intestino de aquellos con un accidente cerebrovascular agudo en comparación con el grupo de control; además, se ha relacionado con un 20 por ciento más de probabilidades de sufrir un accidente cerebrovascular tras controlar otros factores de riesgo.

Durante un seguimiento de dos años, los supervivientes de un accidente cerebrovascular que presentaban ‘Streptococcus anginosus’ en el intestino mostraron un riesgo «significativamente mayor de muerte» y de eventos cardiovasculares importantes.

«En el futuro, si se pudiera desarrollar una prueba rápida para detectar bacterias dañinas en la boca y el intestino, podríamos utilizar esta información para ayudar a evaluar el riesgo de accidente cerebrovascular. Enfocarse en estas bacterias orales dañinas podría contribuir a la prevención del accidente cerebrovascular», ha declarado Shuichi Tonomura, autor principal del estudio y médico del Departamento de Neurología del Centro Nacional Cerebral y Cardiovascular en Osaka.

Otra bacteria intestinal, ‘Anaerostipes hadrus’, se ha relacionado con una reducción del riesgo del 18 por ciento, mientras que ‘Bacteroides plebeius’, común en la población japonesa, ha mostrado una reducción del 14 por ciento. Investigaciones anteriores encontraron que la bacteria causante de caries dental, ‘Streptococcus mutans’, está asociada con un mayor riesgo de hemorragia cerebral.

«Nuestros hallazgos aportan nuevos conocimientos sobre la conexión entre las bacterias orales y el riesgo de accidente cerebrovascular y posibles estrategias preventivas. Tanto ‘Streptococcus mutans’ como ‘Streptococcus anginosus’ son bacterias que facilitan la caries dental al producir ácidos que deterioran el esmalte. Esto subraya la importancia de prevenir la caries dental, lo cual se puede lograr reduciendo la ingesta de azúcar y usando pasta de dientes específica. Mantener una adecuada higiene bucal es fundamental», agregó Tonomura.

El investigador también espera realizar estudios similares en personas que no han sufrido un accidente cerebrovascular, pero que presentan factores de riesgo, una tarea «crucial» para comprender las implicaciones más amplias y desarrollar estrategias preventivas para quienes son susceptibles a sufrirlo.

Dado que el estudio se llevó a cabo en una población japonesa con un tamaño de muestra «relativamente pequeño» (189 pacientes con accidente cerebrovascular y 55 participantes sin él), sus hallazgos pueden no ser completamente generalizables a otras poblaciones más diversas. Además, «el microbioma oral e intestinal puede verse significativamente influenciado por el estilo de vida», lo que sugiere que otras bacterias podrían ser responsables de los accidentes cerebrovasculares en diferentes regiones.

Louise D. McCullough, jefa de Neurología en el Memorial Hermann Hospital-Texas Medical Center y codirectora de Neurociencias de UTHealth (Estados Unidos), comentó que, dado que esta investigación se realizó tras un accidente cerebrovascular, es necesario estudiar a un grupo más grande de personas que aún no lo han sufrido, pero que tienen factores de riesgo, ya que esto podría mejorar la comprensión de cómo estas bacterias se relacionan con el riesgo de accidente cerebrovascular.

McCullough, quien no participó en el estudio, destacó las «interesantes» conclusiones de los investigadores, señalando que «el hecho de que los niveles estuvieran relacionados con una mayor mortalidad dos años después del accidente cerebrovascular sugiere que podría jugar un papel en el riesgo continuo de sufrir un accidente cerebrovascular».

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