MADRID, 15 Jun. –
Una revisión exhaustiva de estudios ha examinado la relación entre el estrés mental y los eventos cardiovasculares, encontrando que la inflamación actúa como un vínculo crucial, que puede resultar en infartos y miocardiopatías, entre otros.
De este modo, el estudio enfatiza la relevancia de abordar el estrés mental como un factor de riesgo significativo para enfermedades cardiovasculares, sugiriendo que una mejor comprensión de la inflamación permite a los profesionales de la salud adoptar un enfoque más integral en el tratamiento de estas condiciones, mejorando así la calidad de vida de los pacientes.
Liderado por el doctor Hean Teik Ong, de la Universidad Tunku Abdul Rahman de Malasia, y el profesor Jinghong Chen, del Centro de Salud Mental de Shanghai (China), el estudio recopila datos observacionales y experimentales para evaluar cómo el estrés mental puede llevar a resultados cardiovasculares negativos.
La revisión, publicada en la revista ‘General Psychiatry’, menciona varios estudios observacionales que evidencian que el estrés mental incrementa de manera significativa el riesgo de eventos cardiovasculares. Por ejemplo, una investigación noruega señala que las personas con ansiedad relacionada con la salud tienen un riesgo 2,12 veces mayor de desarrollar cardiopatía isquémica que aquellas sin dicha ansiedad.
Se destaca que el estrés mental induce inflamación sistémica, lo que puede acelerar la progresión de placas y causar trombosis, resultando en infartos de miocardio tipo 1 (IM).
La inflamación también puede ocasionar infartos de miocardio tipo 2 o lesiones miocárdicas directas, como se observa en enfermedades como la miocardiopatía de Takotsubo (también conocido como síndrome del corazón roto), comúnmente desencadenado por situaciones de estrés.
Investigaciones experimentales han demostrado que la isquemia miocárdica inducida por estrés mental (IMSI) es común entre pacientes con enfermedad coronaria. Un metaanálisis indica que la IMSI incrementa por 2,2 el riesgo de eventos cardíacos futuros o mortalidad.
Asimismo, se han detectado niveles elevados de marcadores inflamatorios en diversas enfermedades cardiovasculares y mentales, lo que refuerza la conexión entre el estrés mental y los episodios cardiovasculares.
La revisión resalta, por tanto, el valor potencial de los fármacos antiinflamatorios en el tratamiento tanto de enfermedades cardiovasculares como mentales. Por ejemplo, los ensayos con colchicina han mostrado resultados alentadores en la reducción de eventos cardiovasculares adversos en pacientes que han experimentado un IM reciente y con enfermedad coronaria estable.
El profesor Jinghong Chen, uno de los autores del Centro Mental de Shanghai, subraya que «comprender la relación entre el estrés mental, la inflamación y los eventos cardiovasculares puede facilitar un tratamiento más holístico de estas comorbilidades».