La primera investigación médica descubre los riesgos neurológicos a corto y largo plazo.


MADRID, 21 Sep. (EUROPA PRESS) –

Los campeonatos de bofetadas, también conocidos como bofetadas deportivas, han ganado popularidad en los últimos tiempos y ahora son objeto del primer estudio académico que analiza sus consecuencias, advirtiendo sobre los riesgos neurológicos y craneales que enfrentan los participantes a corto y largo plazo. Este estudio ha sido publicado en la revista ‘JAMA Surgery’.

Un equipo de expertos de la Facultad de Medicina de la Universidad de Pittsburgh (Estados Unidos) evaluó los signos visibles de conmoción cerebral en individuos que participan en competiciones profesionales de bofetadas. Este primer estudio proporciona una evaluación cuantificable de los peligros asociados a esta actividad, y los resultados sirven como base para conversaciones sobre las normativas necesarias para garantizar la salud y el bienestar de los participantes a largo plazo.

«Las peleas a bofetadas pueden ser entretenidas para el espectador, pero como profesionales de la medicina, encontramos que ciertos aspectos de estas competiciones son preocupantes», asegura el autor principal, Raj Swaroop Lavadi, investigador postdoctoral del departamento de neurocirugía de Pitt. «Nuestro objetivo es hacer que todos los deportes profesionales sean más seguros para la salud neurológica de los atletas. Es complicado prohibir cualquier deporte, pero es posible concienciar sobre los daños asociados», añade.

Las peleas a bofetadas están ganando rápidamente popularidad, acumulando millones de vistas en Internet. En estas competiciones, los participantes, separados por un podio a la altura de la cintura, se colocan uno frente al otro y se turnan para asestar golpes con las manos abiertas en la cara del rival. Según el reglamento oficial, los oponentes tienen un breve periodo para recuperarse, y el combate continúa hasta que uno de ellos es noqueado o hasta que los jueces deciden el ganador.

La comunidad médica ha mostrado gran preocupación por los peligros de las lesiones craneales y los traumatismos cerebrales en los participantes. Sin embargo, hasta ahora no se había realizado un estudio revisado por expertos que cuantificara estos riesgos.

Para determinar la peligrosidad de las peleas profesionales a bofetadas, revisores formados analizaron vídeos de competiciones y estudiaron un total de 333 bofetadas. Identificaron los signos visibles de conmoción cerebral, que variaron desde la disminución de la conciencia del entorno hasta la pérdida total de la capacidad de respuesta.

Los resultados del análisis revelan que en más de la mitad de las secuencias, los participantes mostraron signos visibles de conmoción cerebral. Al final de los combates, casi el 40% de las secuencias mostraban signos de mala coordinación motora, en alrededor de un tercio de las secuencias, los competidores tenían la mirada perdida, y en un cuarto de las secuencias, los participantes tardaban en levantarse tras ser golpeados. Casi el 80% de los luchadores presentaron un signo visible de conmoción cerebral al menos una vez durante la serie de combates.

Estos resultados presentan un panorama crítico para el bienestar de los participantes a largo plazo. «La conmoción cerebral puede manifestarse de diversas maneras, cada una de las cuales puede causar discapacidad a corto o largo plazo y trastornos socioeconómicos», afirma el Dr. Nitin Agarwal, profesor asociado de neurocirugía en Pitt. «Como médico con experiencia en artes marciales y apasionado de los deportes de combate, estoy preocupado por la frecuencia de los signos de conmoción cerebral entre los luchadores de bofetadas».

El equipo de investigación ahora se propone medir y analizar el impacto físico de una bofetada promedio usando boquillas similares a las que utilizan los jugadores profesionales de fútbol americano. Estos hallazgos, junto con los datos del análisis de vídeo, ayudarán a informar tanto a los participantes como a los oficiales y a los médicos de la competición, proporcionándoles un punto de partida para mejorar las normas de seguridad en el futuro.

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