La violencia infantil puede provocar graves consecuencias

La violencia infantil puede provocar graves consecuencias


    MADRID, 14 Ene. (EDIZIONES) –

   Antonio Gancedo Baranda es un experto en Pediatría y Neonatología del Hospital Universitario Fundación Alcorcón en Madrid, además de ser parte de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Pediatría Social, y un verdadero referente en este ámbito.

   Lo entrevistamos en Europa Press Infosalus debido a que, lamentablemente, la violencia contra los menores es un fenómeno cada vez más común, un tema que él aborda a diario. Menciona que, en la actualidad, no podemos confiar plenamente en las estadísticas porque, aunque estas apuntan a que 1 de cada 5 niños españoles sufre algún tipo de violencia, incluyendo la sexual, el experto considera que en nuestro país estamos «un poco a ciegas» en este tema.

   Asegura que los conceptos de ‘maltrato infantil’ o ‘violencia sobre la infancia’ suelen ser diferentes, ya que lo que para unos puede ser negligencia, para otros podría interpretarse como violencia psicológica o sexual.

   «Es uno de los ámbitos donde hay margen de mejora», reconoce, por lo que defiende, entre otras cosas, la necesidad urgente de una mayor capacitación para los pediatras en este tópico, «que actualmente es manifiestamente mejorable», y el apoyo de la Atención Primaria, así como la implementación de más consultas especializadas en pediatría social en nuestro país, donde hoy solo hay unas 12 o 13.

   Destaca que hay naciones como Estados Unidos que cuentan con estadísticas anuales sobre diferentes formas de violencia infantil y la cantidad de niños que fallecen a causa de ello, pero indica que en España aún se está avanzando en estos ámbitos, a pesar de que en 2021 se aprobó la Ley de Protección Integral a la Infancia y la Adolescencia frente a la Violencia, un ‘empujón’ en esta dirección que «ha establecido bases muy sólidas; no obstante, esta ley aún está en desarrollo y queda mucho por hacer».

LA VIOLENCIA EN LOS MENORES

   Entonces, ¿qué se considera como violencia en la infancia? El doctor Gancedo menciona que la violencia contra la infancia y adolescencia implica la capacidad de causar daño físico, emocional o social a individuos menores de edad. Además, subraya dos aspectos significativos: el control que busca el agresor sobre la víctima, y que esto representa una violación de derechos fundamentales del niño.

   Este pediatra advierte que hay numerosos factores de riesgo que pueden estar presentes en casos de violencia infantil, y que suelen estigmatizarse. Por ejemplo, si se pertenece a una familia de bajos recursos, o si hay una persona con discapacidad o un prematuro en la familia, ya se asume que es probable que haya una situación de violencia, cuando no necesariamente es así. Recuerda que esta violencia puede surgir en cualquier contexto, tipo de familia, condición económica o ideología.

   «Frecuentemente, los factores de riesgo llevan a estigmatizar a ciertos grupos de la población. Lo cierto es que en entornos familiares donde un niño crece observando violencia entre sus padres, enfrenta falta de atención y cuidado, y negligencias hacia él, como por ejemplo, no permitirle acceder a recursos médicos, o donde se imponen métodos de educación extremadamente exigentes, que violan los derechos del niño, podemos encontrarnos con situaciones de maltrato o violencia», enfatiza.

   Este experto lamenta que, cuando se presentan las tres formas principales de violencia sobre la infancia (negligencia, maltrato psicológico y maltrato físico), suele aparecer también la cuarta, que es la sexual. «Cuando los padres no ejerce su rol adecuadamente, cuando faltan apoyos en redes familiares o sociales, o hay violencia en el entorno familiar, siempre existe el riesgo de que ese niño sufra violencia,» añade.

PRINCIPALES SIGNOS DE ALARMA

   Sobre los signos de riesgo de violencia en menores, el especialista del Hospital Universitario Fundación Alcorcón de Madrid menciona que a menudo se observa que el niño está triste o muestra comportamientos inusuales para su edad; puede estar hipervigilante; su contacto físico puede ser inadecuado; puede disminuir su rendimiento académico; mostrarse más introvertido; tener problemas para dormir; o presentar síntomas funcionales como dolores de cabeza, abdominales, crisis de ansiedad o dificultades respiratorias.

   «Los niños comunican estas situaciones. Hay que prestar atención a esos pequeños indicios que lanzan. Ellos son conscientes de lo que ocurre, a pesar de que no lo creamos, y también influye cómo interpretan la información que reciben. Cuando un niño está siendo maltratado, suele manifestar múltiples síntomas mencionados», señala este doctor y referente en Pediatría Social. Sin embargo, subraya la importancia de una sintomatología funcional, que puede incluir tristeza, hipervigilancia y desconfianza hacia el entorno.

CÓMO LA VIOLENCIA IMPACTA EN SU DESARROLLO

   Le preguntamos al doctor Gancedo cómo afecta la violencia contra los niños a su desarrollo, ¿puede dar lugar a secuelas de por vida? Este experto sostiene que estudios recientes de las últimas dos o tres décadas indican que la carga genética de un menor cambia debido a la violencia que sufre.

   El desarrollo estructural de su cerebro se alterará, y la exposición a situaciones de violencia tendrá consecuencias, como modificaciones en su sistema inmunológico, lo que generará una mayor propensión a padecer enfermedades en la infancia y en la adultez, como EPOC, asma, diabetes, hipertensión, accidentes cerebrovasculares o fibromialgias, entre otras, tal como indica. «Se ha demostrado que la violencia en la infancia actúa como un desencadenante de problemas graves en la vida del individuo», enfatiza.

   Estos niños experimentan situaciones de estrés continuo, lo que provoca una hiperactivación de las hormonas del estrés, según explica. «Este estrés persistente, o la exposición a estas hormonas, puede empezar incluso en el útero; como en el caso de una madre que sufre violencia física, mental o económica en su relación de pareja. Esto puede afectar al cerebro en formación del bebé, ya durante la gestación o en sus primeros años de vida. Ese cerebro podría estar expuesto a altos niveles de cortisol, adrenalina y otras sustancias que afectan negativamente su desarrollo,» lamenta este pediatra.

   A su juicio, esto es «terrible» para el desarrollo del menor y, si no se detecta y evita, ese niño podría enfrentar infelicidad a lo largo de su vida y desarrollar diversas patologías. «De ahí la importancia de las consultas de pediatría social», destaca nuevamente.

   «En muchas ocasiones, una anamnesis o entrevista al paciente, con solo una mesa y un par de sillas, y escuchar al paciente es suficiente para identificar el problema, y saber cómo resolverlo,» subraya Gancedo, enfatizando que este tipo de consultas «son muy necesarias y económicas», además de que generan un alto retorno social.

   «El reto es que estamos en un entorno donde la hipertecnificación de la medicina nos aleja de ello. La pediatría social a nivel de investigación y hacia el futuro es puntera. Esta especialidad y su formación son cruciales, ya que aportan recursos y conocimientos que pueden hacer que la atención pediátrica sea más completa y holística», concluye.

   De hecho, el doctor Gancedo resalta que «por cada dólar invertido en reducir experiencias adversas en la infancia, la sociedad recibe entre 4 y 5 dólares de retorno, e incluso algunos estudios sugieren hasta 9 dólares».

LA IMPORTANCIA DE LAS EXPERIENCIAS POSITIVAS EN LA INFANCIA

   Referente a cómo prevenir o combatir la violencia en la infancia, el doctor Gancedo resalta la importancia de experiencias positivas durante la infancia, que pueden favorecer y proteger al menor, como sentirse escuchado, respetado, cuidado y querido, así como saber que están en un entorno con normas claras y adecuados recursos sociosanitarios, de naturaleza o recreo. «Estos factores ayudan a proteger frente a la violencia en los menores», afirma el especialista.

   Cuando un niño se desarrolla en un entorno donde ha vivido más de cuatro experiencias adversas, sus padres enfrentan una situación socioeconómica limitada, y no hay recursos de apoyo, puede enfrentar el riesgo de sufrir los problemas mencionados, asegura.

   Sin embargo, advierte que «esto no significa que necesariamente los vayan a sufrir» porque la resiliencia de cada individuo juega un papel fundamental, siendo su capacidad para sobrellevar y superar adversidades, «y esta resiliencia es única y depende de numerosos factores. «Las experiencias infantiles positivas, como sentirse valorado y reconocido, son cruciales. Muchos niños sienten que nadie los estima y que todo lo que hacen está mal, lo cual incrementa su vulnerabilidad a experimentar situaciones de violencia durante la infancia y, más adelante, al formar relaciones disfuncionales en la adultez,» agrega.

   Este experto, miembro de la Sociedad Española de Pediatría Social, considera que afortunadamente, la violencia en los menores está siendo visibilizada cada vez más, aunque lamenta que la sociedad actual es «muy compleja.» A pesar de que ha existido desde los inicios de la humanidad, la violencia contra los menores sigue en aumento.

    «Es una tarea que debe abordarse en red, con la debida coordinación a nivel institucional e interprofesional. De lo contrario, estamos condenados al fracaso como sociedad en la protección de los derechos de la infancia y en el logro del máximo potencial de los niños,» concluye este referente.

 Sociedad Española de Pediatría Social | UNICEF | Derechos del Niño

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