MADRID 17 Feb. –
Un estudio de la Universidad de Southampton (Reino Unido) ha revelado que las **partículas microscópicas** emitidas por ciertos tipos de pastillas de freno de uso común pueden ser más tóxicas que las que se encuentran en los gases de escape de vehículos diésel.
Así, la investigación, publicada en Particle and Fibre Toxicology, demuestra que una mayor concentración de **cobre** en algunas pastillas se asocia a perjudiciales efectos en las células pulmonares, como consecuencia de la inhalación de **partículas**.
La exposición a la **contaminación** generada por coches, furgonetas y camiones se ha relacionado con un mayor riesgo de enfermedades pulmonares y cardíacas. Aunque en el pasado la atención se ha enfocado principalmente en las emisiones de gases de escape, hay que considerar que también se liberan **partículas** al aire por el desgaste de neumáticos, calzada y **pastillas de freno**, emisiones que en gran medida no están reguladas.
Estas fuentes de contaminación no derivados del tubo de escape son actualmente responsables de la mayor parte de las **emisiones de partículas** en el Reino Unido y en partes de Europa, siendo el **polvo de frenos** el principal contribuyente.
El autor principal del estudio, el doctor James Parkin, detalla que el avance hacia los coches eléctricos está intensificando el problema: «Por lo general, la gente asocia la contaminación de los coches a la proveniente de los tubos de escape y considera que los vehículos eléctricos tienen cero emisiones. Sin embargo, los coches eléctricos también generan **partículas** debido a fricciones y desgaste de la carretera, neumáticos y frenos».
«Queríamos entender cómo diferentes composiciones químicas de las pastillas afectan la toxicidad de las **partículas** emitidas y qué podría implicar esto para la salud», añadió.
Los científicos propusieron un estudio exhaustivo sobre los efectos en la salud pulmonar de partículas de cuatro tipos distintos de **pastillas de freno** con diversas composiciones químicas: poco metálicas, semimetálicas, orgánicas sin amianto e híbridas-cerámicas. Los investigadores se enfocaron especialmente en las **partículas** más pequeñas, de PM2.5 e inferiores, que son 30 veces más pequeñas que el diámetro de un cabello humano.
Estas diminutas **partículas** pueden penetrar más allá de las vías respiratorias superiores hasta los delicados alvéolos pulmonares, facilitando el intercambio de oxígeno y dióxido de carbono en el torrente sanguíneo. Las **partículas** finas de diversas fuentes se asocian a más de cuatro millones de muertes prematuras anualmente en todo el mundo.
Las **partículas** de **pastillas de freno** fueron recolectadas usando un equipo especializado. En el laboratorio, el equipo de Southampton utilizó muestras de células del revestimiento pulmonar y las expuso a las **partículas finas** para medir efectos como el estrés oxidativo, la inflamación o la muerte celular.
TAMBIÉN LAS PRODUCEN LOS COCHES ELÉCTRICOS
Los resultados mostraron que, de los cuatro tipos de **pastillas de freno**, las orgánicas sin amianto fueron las más influyentes en términos de inducción de inflamación y otros marcadores de toxicidad, resultando más tóxicas para las células pulmonares que las **partículas** de escape de gasóleo. Las pastillas cerámicas se posicionaron como las segundas más tóxicas. Es importante mencionar que tanto las almohadillas orgánicas sin amianto como las cerámicas contienen altas concentraciones de **cobre**, y experimentos posteriores que eliminaron este cobre revelaron que las **partículas** eran menos tóxicas.
Los resultados sugieren que reducir el contenido de **cobre** en las **pastillas de freno** podría ayudar a mitigar algunos efectos nocivos de las **partículas** vehiculares. La **contaminación** atmosférica, incluyendo la proveniente de automóviles, se ha relacionado con diversas afecciones, como el asma, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), enfermedades cardiovasculares, demencia y fibrosis pulmonar idiopática.
«Esta investigación tiene implicaciones importantes para la salud y la política futura, ya que al cambiar de coches diésel y gasolina a vehículos eléctricos, las **emisiones de partículas** no procedentes de gases de escape seguirán existiendo. Las emisiones no procedentes de los gases de escape podrían aumentar con el tiempo debido a que los vehículos eléctricos son más pesados y crean mayor fricción», señala el supervisor del proyecto, el profesor Matthew Loxhan.
Los investigadores destacan que, aunque los vehículos eléctricos no emiten gases de escape, no están exentos de emisiones, y los efectos sobre la salud de estas emisiones no desaparecerán completamente una vez que el parque automovilístico sea totalmente electrificado. Sugieren que la legislación actual, enfocada en las **emisiones de escape**, puede ser inadecuada para mitigar por completo los efectos de los vehículos en la salud en el futuro.