MADRID, 28 Jun. –
A medida que el verano se instala, **protegerse del sol** va más allá de simplemente aplicar crema solar o buscar sombra. Si estás bajo algún tratamiento médico, el calor y la radiación solar podrían incrementar los riesgos para tu salud. Más de 400 fármacos, desde antibióticos hasta antidepresivos, pueden causar reacciones en la piel o perder efectividad si no se almacenan adecuadamente.
¿Cómo saber si corres algún riesgo? ¿Qué medidas deberías considerar? Los farmacéuticos subrayan que obtener información personalizada es fundamental para evitar efectos secundarios indeseados y disfrutar del verano con tranquilidad.
«La labor del farmacéutico se vuelve crucial para prever riesgos y ajustar las recomendaciones de manera individual», asegura Guillermo Pozuelo, farmacéutico comunitario y miembro del Grupo de Trabajo de Dermatología de SEFAC.
Él nos explica que los pacientes bajo tratamiento crónico deben ser informados sobre los riesgos relacionados con la exposición solar directa y con temperaturas elevadas, especialmente si están utilizando medicamentos que puedan causar sensibilidad al sol o que sean termolábiles.
PRECAUCIONES A TENER EN CUENTA
Este experto detalla que las precauciones esenciales son:
* Consultar sobre posibles interacciones entre tu medicación y la radiación solar.
* Evitar la exposición directa al sol en las horas de mayor irradiación (12:00 a 16:00 horas).
* Implementar medidas de fotoprotección completas: protección tópica, física (ropa, gafas homologadas), y en algunos casos, oral.
* Mantener una hidratación adecuada, esencial si tomas medicamentos que afectan la termorregulación (como diuréticos, antihipertensivos, psicofármacos).
* Conservar debidamente los medicamentos, evitando que sean sometidos a calor extremo.
LISTADO DE MEDICAMENTOS PELIGROSOS FRENTE AL SOL
Entonces, ¿qué medicamentos pueden generar reacciones adversas por exposición al sol? Según Guillermo Pozuelo, los medicamentos fotosensibilizantes son aquellos que, al interactuar con la radiación ultravioleta (principalmente UVA), pueden ocasionar reacciones cutáneas anormales.
Además, este integrante de SEFAC menciona que hay más de 400 principios activos involucrados, destacando algunos de los más relevantes:
* Antibióticos: tetraciclinas (doxiciclina), fluoroquinolonas (ciprofloxacino), sulfonamidas.
* AINEs: ketoprofeno, naproxeno, piroxicam.
* Antihipertensivos: diuréticos tiazídicos, IECAs, calcioantagonistas.
* Psicofármacos: antidepresivos tricíclicos, fenotiazinas, benzodiacepinas.
* Antifúngicos: voriconazol.
* Retinoides, anticonceptivos orales y estatinas.
* Plantas medicinales: Hierba de San Juan, aceites esenciales cítricos ricos en furocumarinas. Es fundamental conocer estos principios activos y educar al paciente sobre el uso responsable del sol durante el tratamiento.
¿MI MEDICACIÓN ES FOTOSENSIBILIZANTE?
Para que un paciente sepa si su medicación podría causar fotosensibilidad, este especialista afirma que las reacciones de fotosensibilidad están generalmente indicadas en los prospectos de los medicamentos, bajo las secciones de ‘advertencias y precauciones’ o ‘efectos adversos’.
Sin embargo, enfatiza que esta información técnica puede pasar desapercibida para el paciente, por lo que resalta la importancia de la labor del farmacéutico comunitario:
* Identificar tratamientos de riesgo mediante una revisión activa de la medicación.
* Informar y educar al paciente de manera clara y personalizada.
* Consultar fichas técnicas y utilizar herramientas como la base de datos CIMA (AEMPS) para ampliar información. Esta intervención profesional puede anticipar posibles reacciones adversas y mejorar la adherencia terapéutica durante los meses de verano.
CÓMO PROTEGERSE EN ESTOS CASOS
Este farmacéutico nos recuerda que hay dos tipos principales de reacciones cutáneas en los pacientes que utilizan estos fármacos:
* Fototóxicas: las más comunes (95%); aparecen tras la primera exposición al sol, sin necesidad de sensibilización previa; clínicamente se presentan como eritema intenso, dolor, vesículas o hiperpigmentación postinflamatoria; además, son dependientes de la dosis.
* Fotoalérgicas: menos frecuentes pero potencialmente más graves; son inmunomediadas y requieren un proceso de sensibilización; se presentan entre 24 y 72 horas después de la exposición como eccema pruriginoso, a veces afectando zonas no expuestas; ambas condiciones requieren detección temprana desde la farmacia y, en algunos casos, derivación médica; podrían dejar sequela pigmentaria o cronificarse si no se identifican adecuadamente.
Finalmente, proporciona una serie de consejos de fotoprotección específica para quienes consumen estos medicamentos, enfatizando que la fotoprotección debe ser integral y adaptada:
* Evitar la exposición directa al sol, especialmente entre las 12:00 y 16:00 horas.
* Aplicar fotoprotector tópico de amplio espectro (UVA-UVB-VL-IR) con SPF =50.
* Reaplicar cada 2 horas, y después de nadar o sudar.
* Usar ropa con UPF certificado, sombreros de ala ancha y gafas con filtro UV homologado (CE, categoría 2-3).
* Mantener una dieta rica en alimentos con altos contenidos en antioxidantes.
* Complementar con fotoprotección oral, sobre todo en pacientes de alto riesgo: Polypodium leucotomos, carotenoides, vitaminas C y E, omega-3.
* Evitar cosméticos y aceites esenciales fotosensibilizantes.
* La orientación farmacéutica debe considerar la edad, comorbilidades, polimedicación y tipo de actividad del paciente.