¿Por qué los casos han aumentado un 300% en dos décadas? Identifica los signos de alerta más importantes.

¿Por qué los casos han aumentado un 300% en dos décadas? Identifica los signos de alerta más importantes.

   MADRID, 2 Abr. –

   El 2 de abril se celebra el Día Mundial de la Concienciación del Autismo. Según la Sociedad Española de Neurología Pediátrica (SENEP), a nivel global, este trastorno del neurodesarrollo afecta entre el 1% y el 2% de la población; la edad promedio de diagnóstico es a los 4 años, aunque se pueden observar signos de alerta desde los 18 meses o incluso antes.

   De hecho, esta sociedad científica ha señalado un aumento del 300% en los diagnósticos de TEA en las últimas dos décadas, atribuido principalmente a un mayor nivel de concienciación y a la detección de síntomas más sutiles.

   Entrevistamos al doctor Manuel Antonio Fernández, conocido en redes sociales como ‘El Neuropediatra’, quien refuerza la idea de que el aumento en el número de casos de TEA está relacionado con una mayor concienciación sobre este fenómeno, así como a la inclusión de síntomas más sutiles en el diagnóstico. El cambio en la clasificación DSM-5 también ha ampliado los criterios de diagnóstico del TEA, permitiendo que más casos sean considerados.

   «El cambio de perspectiva en el DSM-5 ha llevado a una posible laxitud en la interpretación de los criterios diagnósticos por parte de los profesionales, posiblemente influenciado por corrientes de pensamiento recientes en la sociedad. Esto representa un desafío que no sé si será remediable a corto plazo», advierte este neuropediatra.

SÍNTOMAS APRECIABLES DESDE EL AÑO Y MEDIO

   El doctor Fernández señala que, en general, los síntomas del TEA/Autismo pueden ser claramente visibles a partir de los 18-24 meses: «Aunque algunos signos de alerta pueden aparecer antes, a esta edad es cuando la socialización debería mostrar un desarrollo considerable, lo que permite un diagnóstico más confiable».

   Añade que un patrón de autismo típicamente se identifica por «la regresión en hitos del desarrollo, donde los niños pierden habilidades adquiridas, seguido de una recuperación extraordinariamente lenta en esos aspectos».

CUÁNDO SOSPECHAR

   Por tanto, el cocoordinador del Grupo de Trabajo de TDAH y trastornos del neurodesarrollo de la SENEP destaca elementos clave a considerar al evaluar un posible caso de TEA:

   ·La existencia de un trastorno de la comunicación verbal que limita significativamente las interacciones sociales.

   ·La presencia de un trastorno en la interacción y comunicación social, como la falta de empatía y el reconocimiento del ‘yo’ y del ‘otro’.

   ·Patrones de conducta definidos como «inflexibles, repetitivos», restringidos y estereotipados.

   «Estos son los aspectos que deben valorarse, ya que su impacto en la vida diaria puede generar confusión. Esto limita significativamente las relaciones sociales, aunque también existen otros problemas que pueden simular síntomas similares, como el TDAH», aclara el experto.

QUIÉN DEBE REALIZAR EL DIAGNÓSTICO DEL AUTISMO

   El doctor Fernández enfatiza que el diagnóstico de trastornos del neurodesarrollo, incluido el TEA/autismo, debe ser realizado por un profesional de la salud con formación y experiencia adecuada en desarrollo neurológico. El neuropediatra es un profesional capacitado en esta área, gracias a su amplio conocimiento sobre la fisiología del desarrollo, tanto físico como mental.

   Resalta que el diagnóstico del autismo es clínico, lo que significa que, aunque hay pruebas, cuestionarios o herramientas para evaluar la sintomatología relacionada con el TEA, estas solo complementan la evaluación clínica del profesional.

   «Es esencial que la entrevista clínica con la familia y la observación de la conducta del niño sean fundamentales para emitir un diagnóstico preciso y confiable. Contar con formación y experiencia en neurodesarrollo es clave para poder ser objetivos en esta valoración y diagnóstico», insiste ‘El Neuropediatra’.

PRUEBAS COMPLEMENTARIAS

   Por último, el doctor también subraya la importancia de realizar pruebas neurológicas complementarias como EEG, resonancias y estudios genéticos, para identificar el origen del problema y proporcionar información sobre cuadros con base genética confirmada que puedan compartir síntomas con el autismo o otros trastornos del desarrollo. «Hay casos de enfermedades raras que no se habrían detectado sin estas pruebas», afirma el experto.

   Además, señala que todas las herramientas terapéuticas disponibles tienen un doble objetivo: «Por un lado, mejorar la vida diaria de los niños con TEA y sus familias; y por otro, optimizar el desarrollo neurológico para mejorar su funcionalidad».

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