MADRID, 22 Jun. –
Con la llegada del verano, aumentan las actividades al aire libre, lo que incrementa la exposición al sol, el contacto con el agua de piscinas y el uso de cremas solares. Esta combinación, junto con una higiene ocular «deficiente», puede facilitar la aparición de orzuelos, según el doctor Carlos Fernández-Vega, especialista en Oculoplastia del Instituto Oftalmológico Fernández-Vega.
«Los orzuelos se producen al inflamarse las glándulas sebáceas del párpado, creando un bulto rojizo y doloroso en el borde interno o externo del mismo. En verano, esta condición es más común debido al aumento de sudoración, el contacto con aguas potencialmente contaminadas y el uso prolongado de cosméticos o filtros solares resistentes al agua. Si la zona ocular no se limpia correctamente, las glándulas pueden obstruirse y resultar en estas lesiones», afirma el doctor.
Esta inflamación, que afecta a dos millones de españoles, no tiene una causa exacta establecida, aunque se conocen factores que influyen, como la exposición a ciertos ambientes, productos químicos o cosméticos, tratamientos inmunomoduladores, dietas, tipo de piel, flora microbiana cutánea y ocular, higiene inadecuada, humedad y estrés.
Además, pueden aparecer tanto en la parte externa del ojo, al afectar al folículo piloso de las pestañas, como en la interna, derivadas de la inflamación de una glándula sebácea.
«Si aparece un orzuelo, lo primero es aplicar calor local con compresas tibias y realizar un suave masaje en la zona para facilitar el drenaje de la glándula. Si hay dolor, se puede tomar un analgésico. Es esencial consultar a un oftalmólogo si el orzuelo persiste más de diez días, si aumenta de tamaño o dolor, si se acompaña de fiebre o si se repite con frecuencia», añade.
Para prevenir su aparición, el experto destaca la importancia de mantener una buena higiene diaria de los párpados, sugiriendo limpiar la zona con suero fisiológico, discos de algodón o gasas estériles, así como utilizar jabones o champús específicos que no irriten los ojos.
Asimismo, ha mencionado la existencia de toallitas oftalmológicas desinfectantes con ingredientes como ácido hialurónico, árbol del té o extractos de manzanilla, que pueden «ser útiles» como parte de la rutina de limpieza.
Fernández-Vega también recomienda el uso de lágrimas artificiales para mantener la superficie ocular hidratada, especialmente en entornos secos o con aire acondicionado, así como reducir la presencia de alérgenos o partículas. Además, es aconsejable proteger los ojos con gafas adecuadas en playas y piscinas.
De hecho, considera que proteger los ojos es «clave» ante los efectos «nocivos» del sol, ya que la exposición prolongada a la radiación ultravioleta puede causar daños oculares. Los niños, ancianos, personas con enfermedades oculares o aquellos que se han sometido recientemente a cirugía ocular son especialmente vulnerables, ya que sus ojos pueden ser hasta un 75 por ciento más sensibles a la radiación solar.
Por lo tanto, además de gafas de sol homologadas con filtros contra la radiación ultravioleta, el experto aconseja usar gorras o sombreros de ala ancha que proporcionen sombra y protección adicional.