Riesgos de consumir alcohol mientras estamos en tratamiento con antibióticos: ¿por qué es mejor evitarlo?

Riesgos de consumir alcohol mientras estamos en tratamiento con antibióticos: ¿por qué es mejor evitarlo?

   MADRID, 24 May. –

    Mezclar alcohol con antibióticos puede conllevar riesgos que varían desde efectos secundarios leves hasta reacciones graves, dependiendo tanto del tipo de antibiótico como de la cantidad de alcohol consumida.

    Según explica Ana Dora Bonilllo, vocal de Adjuntos, Sustitutos y Regentes del Colegio de Farmacéuticos de Almería y farmacéutica comunitaria, entre los efectos secundarios más habituales se encuentran: náuseas y vómitos, y el alcohol puede intensificar la irritación estomacal causada por algunos antibióticos; además, puede provocar dolor de cabeza, mareos o desequilibrio, así como problemas cardíacos.

    Por otro lado, esta experta menciona el posible daño hepático, dado que «el consumo de alcohol puede aumentar la carga sobre el hígado, que también metaboliza los antibióticos», así como debilitar el sistema inmune.

    En esta línea, Sandra Pérez, secretaria del Colegio de Farmacéuticos de Cádiz y farmacéutica comunitaria, señala que los efectos secundarios más frecuentes incluyen mareos, somnolencia, cefalea, malestar gastrointestinal y rubor facial. Sin embargo, advierte que, dependiendo del antibiótico administrado, pueden manifestarse reacciones adversas más severas, como incremento de la presión arterial, taquicardia, insuficiencia hepática, efecto tipo disulfiram y disminución de la eficacia del tratamiento.

    Ambas coinciden en que mientras se esté en tratamiento antibiótico, es aconsejable evitar el consumo de alcohol para asegurar una recuperación óptima y sin complicaciones.

    De hecho, Ana Dora Bonilllo sostiene que si estamos bajo tratamiento con antibióticos, es porque estamos afrontando una infección: «La ingesta de alcohol en esta situación no es conveniente, ya que este puede actuar negativamente sobre el sistema inmune, dificultando la lucha frente al patógeno y la posterior recuperación del organismo».

    Dicho esto, la importancia de este suceso depende del tipo y magnitud de la infección y de la cantidad de alcohol consumida. «Pero por regla general, lo mejor que podemos decir es que es desaconsejado», insiste.

ANTIBIÓTICOS ESPECIALMENTE PELIGROSOS

    No obstante, ambas especialistas destacan que hay una serie de antibióticos que son especialmente peligrosos si se combinan con alcohol. Sandra Pérez comenta que existen ciertos antibióticos con los que el consumo de alcohol está totalmente contraindicado, principalmente por el alto riesgo de reacciones adversas graves: «Estos antibióticos pueden provocar efectos secundarios severos incluso con pequeñas cantidades de alcohol, y en algunos casos, la restricción debe mantenerse hasta 72 horas después de finalizar el tratamiento».

    En concreto, Ana Dora Bonillo menciona tres tipos de antibióticos que presentan una «fuerte interacción farmacológica con el alcohol»: algunas cefalosporinas, cloranfenicol y metronidazol. «Esta interacción se conoce como ‘reacción tipo Disulfiram’, y se manifiesta con una sintomatología que incluye vasodilatación cutánea, sudor, cefalea pulsátil, disnea, náuseas, vómitos, vértigo, visión borrosa, hipotensión, taquicardia, confusión mental o síncope», detalla.

    Además, advierte que un consumo excesivo de alcohol puede comportarse como un inhibidor enzimático de algunos fármacos, afectando negativamente su aclaramiento y posterior eliminación, lo que puede traducirse en un aumento de la concentración plasmática del fármaco y producir toxicidad.

    Sin embargo, aclara que un consumo crónico puede resultar en la eliminación acelerada del fármaco, disminuyendo así su efecto farmacológico.

PUEDE INTERFERIR EN SU EFECTO

    A su vez, Sandra Pérez mantiene que el consumo de alcohol puede interferir en la absorción y en el metabolismo de los antibióticos, reduciendo su concentración en sangre y suponiendo una disminución de su eficacia: «Esto ocurre porque tanto el alcohol como muchos antibióticos son metabolizados por el hígado, y al consumir ambos, este órgano debe trabajar más, lo que puede ralentizar o acelerar la absorción y eliminación del medicamento».

    Además, sostiene que el alcohol puede alterar los niveles de antibiótico en el organismo, dificultando que se mantengan estables, lo que es crucial para la efectividad del tratamiento. «Si los niveles bajan demasiado, el antibiótico puede no ser suficiente para eliminar la infección, lo que favorece el desarrollo de resistencia bacteriana», agrega.

CUÁNDO SE PUEDE VOLVER A TOMAR ALCOHOL

    Por último, se pregunta cuándo se puede volver a consumir alcohol tras la toma de un antibiótico, ya que algunos siguen ‘funcionando’ horas o días después. En este sentido, desde el Colegio de Farmacéuticos de Cádiz, Sandra Pérez remarca que para muchos antibióticos comunes (como amoxicilina), se aconseja esperar al menos 24 a 48 horas después de la última dosis antes de consumir alcohol. «Esto permite que el medicamento se elimine completamente del organismo y reduce el riesgo de efectos secundarios o interacciones», agrega.

    Para antibióticos con interacciones graves con el alcohol, se recomienda esperar al menos 72 horas tras finalizar el tratamiento antes de volver a consumir alcohol, ya que estos medicamentos pueden permanecer más tiempo en el cuerpo, aumentando el riesgo de reacciones adversas.

    «En todos los casos, es importante considerar el estado general de recuperación: si persisten síntomas de la infección o efectos secundarios del antibiótico, lo ideal es esperar a sentirse completamente recuperado antes de volver a consumir alcohol«, asegura.

    Por su parte, Ana Dora Bonilllo indica que todo dependerá del tipo de infección y de cómo esté nuestro organismo: «No es lo mismo superar una infección de orina moderada con dos dosis de fosfomicina que haber estado 14 días en tratamiento contra un Helicobacter Pylori».

    Al completar el tratamiento antibiótico, se sugiere un complemento alimenticio para reforzar el sistema inmune, ayudando al organismo en su recuperación total. «En ese momento, se puede volver a consumir alcohol como antes», concluye.

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