MADRID, 15 Feb. –
Tal como se utilizan hoy en día los aditivos en la alimentación, no son perjudiciales para nuestra salud, ya que están rigurosamente controlados por la legislación europea vigente, siguiendo la evidencia científica disponible que confirma la completa seguridad de todos los aditivos utilizados, ya sean de origen natural o sintético, siempre que se respeten las condiciones y cantidades permitidas.
«Está claro que los aditivos no representan ningún riesgo para la salud, pero existe ese aspecto de la ‘quimiofobia’, donde todo lo que es sintético es considerado malo, mientras que lo natural es visto como bueno; por ejemplo, el ácido ascórbico, el nombre químico de la vitamina C, es un aditivo igual que la sal, que se utiliza para conservar y que nadie piensa que sea perjudicial en este contexto,» afirma Miguel Herrero, doctor en Ciencia y Tecnología de los Alimentos e investigador en el Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación (CIAL) del CSIC-UAM.
Recientemente ha publicado ‘Los bulos de la nutrición’ (CSIC-Catarata), un manual que busca desmentir los principales mitos o ‘fake news’ sobre alimentación, dedicando un capítulo entero a los aditivos y recordando que el uso de estos en la alimentación y la cantidad máxima permitida está estrictamente controlada según varios parámetros.
«La legislación, al igual que en otros aspectos alimentarios, se basa en normativa europea y en el trabajo de la EFSA para evaluar los riesgos de los compuestos autorizados, de acuerdo con la evidencia científica disponible, incluyendo las propiedades químicas y biológicas de los aditivos, su toxicidad potencial y las estimaciones de exposición alimentaria humana, teniendo en cuenta el uso esperado», añade.
NO GENERAN PROBLEMAS DE SALUD
El investigador del Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación (CIAL) del CSIC-UAM destaca que, en última instancia, tenemos numerosos aditivos que se utilizan correctamente sin generar problemas de salud, aunque muchas veces no somos conscientes de ello.
«Algunos, por ejemplo, se utilizan en medicina, en diferentes condiciones y cantidades con nombres poco familiares, lo que lleva a la gente a pensar que se usan para envenenar, pero sin ellos no tendríamos la alimentación que disfrutamos hoy. Sin los aditivos, muchos alimentos no podrían encontrarse en los supermercados», señala Herrero.
Este doctor en Ciencia y Tecnología de los Alimentos considera que los aditivos son «imprescindibles» para la producción de ciertos alimentos procesados, pero sólo se pueden utilizar cuando hay una razón técnica para ello y no para enmascarar defectos en los alimentos.
CUÁLES TIENEN MÁS ADITIVOS Y CUÁLES NO
El especialista resalta que los alimentos ultraprocesados suelen contener más aditivos, por lo que si deseas evitar los aditivos, es recomendable evitar los ultraprocesados, que son los que realmente pueden afectar nuestra salud. También subraya que ni la fruta ni la verdura contienen aditivos.
En general, los productos frescos están libres de aditivos, y además menciona que hay un grupo de alimentos en los que el uso de aditivos está prohibido o muy restringido, como la miel, aceites, mantequilla, leche, aguas minerales, café y pasta, entre otros.
PARA QUÉ SE EMPLEAN LOS ADITIVOS
Se trata de sustancias añadidas a los alimentos para modificar algunas de sus propiedades características, como el color, la textura, o para mejorar la solubilidad de los ingredientes, entre otros propósitos.
Herrero argumenta que los aditivos desempeñan «un papel fundamental» en nuestra alimentación, ya que en algunos casos son responsables de que tengamos acceso a ciertos productos que de otra forma no estarían disponibles. «Muchos rechazan los aditivos por principio, pero a su vez desean alimentos listos para consumir, como legumbres ya cocidas enlatadas, disfrutar de un buen vino en la cena o un helado en verano,» añade.
Los aditivos se utilizan, según explica este investigador del CIAL, para conservar los alimentos; así como antimicrobianos, para mantener la frescura de los productos; o para otorgarles una apariencia específica, como los colorantes, o un sabor o textura determinados, como los espesantes, que hacen que un helado o una crema de verduras tenga la textura que deseamos. «Existen muchos aditivos naturales que provienen de algas, como el ‘agar agar’, que también tienen su número ‘E-‘», concluye Miguel Herrero.
En el libro, critica las etiquetas de ‘alimentos sin aditivos’, considerando que son «una estrategia errónea y confusa», cuyo objetivo principal es promover la idea de que los aditivos son perjudiciales: «Es una manera de reformular un alimento que no tiene que ser necesariamente saludable. Responde a una estrategia comercial, no a una preocupación real por la salud del consumidor».
Para más información sobre el tema, puedes consultar este artículo sobre nutrición y aditivos o los lineamientos de la legislación europea respecto a los aditivos alimentarios.