MADRID, 26 Oct. – La búsqueda de la felicidad ha evolucionado de ser un capricho filosófico a convertirse en un posible activo de salud pública. La ciencia empieza a demostrar que la felicidad no es superficial ni abstracta: es un factor medible, cuantificable y esencial.
Mientras buscamos maneras de disminuir las enfermedades que acortan nuestra vida, tal vez la primera pregunta que debamos hacer no sea qué medicamento tomar, sino cómo podemos fomentar una mayor felicidad. ¿Podría ser que la felicidad tuviera beneficios similares a dejar de fumar?
MÁS ALLÁ DE SENTIRSE BIEN: CÓMO LA FELICIDAD PROTEGE TU SALUD
Un nuevo estudio de la Universidad de Alba Iulia (Rumania) publicado en ‘Frontiers in Medicine’ ha explorado la conexión entre la felicidad y la salud para averiguar si una mayor felicidad equivale a estar más sano y determinar si la relación entre felicidad y beneficios para la salud es lineal o sigue un patrón específico.
«Demostramos que el bienestar subjetivo, o felicidad, parece funcionar como un activo para la salud de la población solo una vez superado un umbral mínimo de aproximadamente 2,7 en la escala de la Escalera de la Vida», informa la primera autora, la profesora Iulia Iuga, investigadora de la Universidad de Alba Iulia.
Por encima de este punto crítico, una mayor felicidad se correlaciona con una reducción de la mortalidad por enfermedad no transmisible (ENT).
«La escalera de la vida podría verse como una simple regla de felicidad del 0 al 10, donde el 0 representa la peor vida posible y el 10, la mejor. Las personas imagina dónde se sitúan en esa escalera», describe Iuga.
El equipo utilizó datos de diversas organizaciones de salud, estadísticas de desarrollo global y encuestas de opinión pública. Los datos fueron recopilados de 123 países entre 2006 y 2021.
POR QUÉ 2,7 PUNTOS PUEDEN CAMBIAR TU ESPERANZA DE VIDA
Una puntuación de 2,7 se encuentra en el extremo bajo de la escala, y las personas o países que se sitúan en ese nivel suelen considerarse infelices o en dificultades. «Un adjetivo que encajaría en este nivel podría ser ‘apenas sobrellevando'», señala Iuga. Sin embargo, ya en este punto, las mejoras en la felicidad comienzan a traducirse en beneficios mensurables para la salud.
Una vez que se supera el umbral, el estudio reveló que cada incremento del 1% en el bienestar subjetivo se asocia con una disminución estimada del 0,43% en la tasa de mortalidad por ENT en personas de entre 30 y 70 años. Esta tasa se refiere al porcentaje de muertes por ENT en este grupo de edad.
«Dentro del rango observado, no encontramos evidencia de efectos adversos por una felicidad ‘excesiva'», añade Iuga. Sin embargo, por debajo del umbral de 2,7 puntos, pequeños ascensos en la felicidad (por ejemplo, de una puntuación de 2 a 2,2) no se tradujeron en una reducción medible de las muertes por ENT, indican los datos. Para alcanzar cambios mensurables, es esencial remediar el bajo nivel de bienestar, sugiere el estudio.
Los países que superaron este umbral tienden a tener un mayor gasto sanitario per cápita, redes de seguridad social más eficaces y una gobernanza más estable, en contraste con los que se ubicaron por debajo. La puntuación media en la escala de vida de los países analizados durante el período de estudio fue de 5,45, con un mínimo de 2,18 y un máximo de 7,97.
Existen diversas formas en que los gobiernos podrían elevar la puntuación de los países por encima de 2,7, como promover una vida saludable mediante la expansión de la prevención de la obesidad y restringiendo el acceso al alcohol; mejorando el medio ambiente mediante estándares más estrictos de calidad del aire; y aumentando el gasto per cápita en salud. Los autores afirmaron que sus hallazgos podrían guiar las políticas sanitarias y sociales y contribuir a integrar el bienestar en las agendas nacionales.
CÍRCULO VIRTUOSO: CÓMO LA SALUD Y LA FELICIDAD SE RETROALIMENTAN
Los autores señalan que las puntuaciones de la escala de vida que sustentan sus datos fueron autoinformadas, lo cual podría haber inducido errores de medición, diferencias culturales en los estilos de respuesta o sesgos de notificación. Asimismo, es probable que las diferencias subnacionales entre poblaciones no se hayan reflejado de manera adecuada.
De cara al futuro, los estudios deberían incluir medidas adicionales, como los años vividos con discapacidades o los registros de ingresos hospitalarios, incorporar microdatos subnacionales y ampliar su cobertura a estados de bajos ingresos o en conflicto, que podrían haber quedado fuera de los datos analizamos, opina el equipo.
No obstante, identificar los efectos protectores de la felicidad podría ser un paso clave hacia una población más saludable. «Localizar este punto de inflexión podría ofrecer evidencia más precisa para las políticas sanitarias», concluye Iuga. «La felicidad no es solo un sentimiento personal, sino también un recurso medible para la salud pública».
PRINCIPALES CONCLUSIONES
Umbral crítico: El efecto protector solo se activa cuando los niveles de felicidad superan aproximadamente 2,7 puntos en la escala de vida. Por debajo de este nivel, las mejoras en bienestar no generan beneficios medibles.
– Beneficio progresivo: Cada incremento del 1% en la felicidad, una vez superado el umbral, reduce la mortalidad en personas de 30 a 70 años en un 0,43%. No hay evidencia de que mayor felicidad deje de ser beneficiosa dentro del rango observado.
– Factores que influyen: La obesidad, el consumo de alcohol, la urbanización, la contaminación y la calidad de gobernanza y el gasto sanitario también impactan en la salud, por lo que las políticas de bienestar deben considerar estos determinantes estructurales.
– Limitaciones del estudio: Los puntajes de felicidad son autoinformados y pueden tener sesgos culturales; los datos agregados nacionales no reflejan diferencias regionales ni incluyen todas las poblaciones vulnerables.



