Arturo Goicoechea, neurólogo, explica por qué a veces sentimos síntomas de enfermedad a pesar de estar sanos.

Arturo Goicoechea, neurólogo, explica por qué a veces sentimos síntomas de enfermedad a pesar de estar sanos.

   MADRID, 3 Abr. –

   Una de las características que destaca al neurólogo Arturo Goicoechea es su capacidad para salirse de los estándares impuestos por la «Academia», como él los denomina, tal y como se detalla en una reciente entrevista. Goicoechea es un «experto en relatos de síntomas no explicados» y hemos tenido la oportunidad de charlar con él con motivo de la publicación de su tercer libro ‘Tu cuerpo habla. ¿Por qué me duele si no tengo nada?‘ (Vergara). Este manual ofrece su perspectiva sobre por qué podemos sentirnos enfermos a pesar de estar sanos, y plantea la hipótesis de que muchos de nuestros malestares provienen de lo que hemos asimilado de los expertos.

   Para comprender su hipótesis, Goicoechea señala que muchos médicos abordan el problema de síntomas sin resolver, afectando a un porcentaje considerable de la población, que él estima en «un 20% y en aumento». «Son personas que consultan al especialista debido a síntomas inexplicables, siendo el dolor uno de los más comunes, a los cuales los expertos asignan diversas etiquetas diagnósticas validadas, como migraña, fibromialgia, acúfenos, vértigo, mareo, o dolor crónico, entre otros, aunque algunos son difíciles de clasificar», añade.

   Explica que, a partir de este punto, el médico evaluador no encuentra razones suficientes para explicar por qué un paciente sufre dolor de cabeza o crisis de migraña frecuentes, por poner un ejemplo. Además, muchas veces es el propio médico quien carece de la capacidad para aliviar el dolor, a pesar de haber puesto una etiqueta diagnóstica, lo que lleva a aconsejar al paciente sobre una serie de fármacos y a vivir con el malestar.

   «La aparente eficacia de las terapias está basada en el efecto placebo, en las expectativas. Los neurólogos no desarrollan teorías válidas y siguen lo que se les ha enseñado, que es recetar ansiolíticos, antidepresivos o analgésicos, como solía hacer yo hasta que cambié», advierte el neurólogo, jubilado y que ha modificado su enfoque tras ampliar su conocimiento y observar su propia realidad relacionada con episodios de dolor lumbar tras una intervención.

   Subraya que, «a pesar de lo que pueda dictar la Academia, la Ciencia avanza», y se ha descubierto que la comunidad médica «no tiene conocimientos suficientes» sobre cómo manejar la red de neuronas: «No entendemos cómo se crea la conciencia en el cuerpo, un área llena de misterios. En el libro utilizo una metáfora cinematográfica; la realidad consiste en partículas, átomos, moléculas y células, y luego existe otra realidad, la perceptiva, que es lo que aparece en la conciencia. Asumimos que esto último representa directamente la realidad, pero eso no es cierto. Se supone que todos percibimos lo mismo a través de procesos físicos similares, y puede que así sea, pero no hay forma de comprobarlo».

HAY INTERESES DE POR MEDIO

   El doctor Goicoechea subraya que el cerebro humano «construye una narrativa basada en la información de los expertos», y «esto permite darse cuenta de que esta narrativa puede estar influenciada por diversos intereses». Advierte que «no siempre la percepción del dolor refleja la realidad», y pone de ejemplo una crisis de migraña, donde en la cabeza no ocurre nada, pero la narrativa que se crea es de dolor y, en ocasiones, de vómitos.

   «El cerebro es un sistema complejo y creativo que genera una interpretación de la realidad a partir de la experiencia y la información que nos ha sido transmitida», enfatiza. «La conciencia refleja continuamente el relato que se está formando».

   Por ello, defiende que «no poseemos sentidos que nos permitan ver qué sucede internamente», sino que solo tenemos los datos conscientes, que a veces son coherentes con la realidad, como cuando nos duele la cabeza tras un golpe; no obstante, en otras ocasiones, este dolor no se correlaciona con lo que realmente ocurre. «Es como una narrativa de ficción que, tras consultar a los expertos, se refuerza», concluye.

   Desde la década de los 90, ha estado trabajando con esta hipótesis, y ha tenido numerosos pacientes que han logrado modificar su proceso y, como resultado, han visto una reducción de migrañas o han disminuido su dependencia de medicamentos y su miedo a vivir una vida normal.

¿FACTORES GENÉTICOS Y HORMONALES?

   En el libro, menciona que muchos neurólogos afirman a los pacientes con migraña que han heredado genes de esta condición de algún familiar, y que, al alterar su estilo de vida (mal sueño, estrés, dieta inadecuada, desánimo, cambios hormonales o meteorológicos), pueden superar su umbral de tolerancia y entrar en un ciclo descontrolado de activación neuronal que provoca diversos síntomas.

   Goicoechea rechaza esta noción de que los factores genéticos o los cambios hormonales y el estrés son causas relevantes, y señala que «no utiliza el término somatizar» en relación con muchos de estos fenómenos. Resalta que este enfoque ignora aspectos importantes como el relato, la cultura, el adoctrinamiento, o el aprendizaje basado en la información de los expertos, reduciendo la biología a moléculas y considerando la cultura como un allorno a la investigación sobre la migraña y otras condiciones previamente mencionadas.

   A su juicio, el organismo humano es un sistema biológico complejo que busca sobrevivir, y destaca que la evolución biológica en nuestra especie es biocultural, lo que significa que la cultura debe ser integrada en la identificación de problemas y en la propuesta de soluciones. «Solo analizando este relato se puede identificar el problema y sugerir una solución: liberarlo de todos sus componentes cognitivos, atencionales, emocionales, conductuales y sociales que están automatizados y normalizados», añade Goicoechea.

    «Las normativas oficiales son las propuestas por la neurología convencional, pero en lo que respecta a la migraña, no estoy de acuerdo y me baso en lo que indica la biología y los procesos fundamentales. Somos la única especie que sufre migrañas, y eso debe significar algo. La diferencia radica en que nosotros somos la única especie que tiene expertos que creen que lo que dicen es cierto, lo que está intrínsecamente ligado a otros intereses, incluyendo los de la industria farmacéutica».

   Cuando le preguntamos cuál es la fórmula mágica para aliviar el dolor, o al menos disminuirlo, responde que «no hay magia aquí», sino que la estrategia consiste en aceptar la ignorancia y educar al paciente para que empiece a ver las situaciones desde una nueva perspectiva. Este enfoque para lidiar con el dolor se está implementando en muchas unidades dedicadas al tratamiento del dolor, aunque en el campo de la migraña aún queda mucho por hacer. «Es necesario corregir hábitos atencionales, emocionales y conductuales; un proceso que requiere varias horas de consulta y no es un camino sencillo», recalca este neurólogo.

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