MADRID 29 Ago. –
Un equipo de investigadores de la Universidad de Emory (Estados Unidos) ha logrado identificar que ciertos **trastornos mentales** se asocian con un incremento del **50 al 100 por ciento** en el riesgo de desarrollar enfermedades cardíacas, así como un aumento de casi **un 100 por ciento** en la mortalidad, lo que sugiere una «superposición inevitable» entre ambos fenómenos.
La investigación, publicada en la revista ‘The Lancet Regional Health-Europe’, ha revelado que la **depresión** está relacionada con un **72 por ciento** de riesgo de enfermedad cardiovascular; el **trastorno por estrés postraumático** se asocia con un **57 por ciento** más de probabilidades; el **trastorno bipolar**, un **61 por ciento**; el **trastorno de pánico**, un **50 por ciento**; la **fobia** con un **70 por ciento**; y la **esquizofrenia**, casi un **100 por ciento** más de posibilidades de desarrollar algún problema relacionado con el corazón.
«Más del **40 por ciento** de las personas con enfermedades cardiovasculares también sufren algún **problema de salud mental**», ha indicado la investigadora principal, la **doctora Viola Vaccarino**, quien ha subrayado la relación bidireccional existente entre estas patologías.
El estudio demuestra que las **enfermedades mentales** están también conectadas con un pronóstico más desfavorable, un mayor riesgo de reingreso y una alta mortalidad asociada a las cardiopatías existentes, resaltando que la **depresión mayor** «duplica» la tasa de mortalidad en individuos con enfermedades cardiovasculares preexistentes.
Las enfermedades mencionadas tienen una relación «bien documentada» con respuestas anormales al estrés en el **sistema nervioso autónomo**, que regula funciones involuntarias en el cuerpo, como las del hígado, el corazón, y el metabolismo, influyendo en la función cardiovascular.
El **sistema nervioso autónomo** controla tanto la aceleración como la desaceleración de estas funciones, regulando respuestas inflamatorias. Su desregulación puede resultar en **efectos adversos** que afectan crónicamente el riesgo cardiovascular, como el aumento de la inflamación o **hipertensión arterial**. Cabe destacar que la inflamación también está vinculada al desarrollo de **enfermedades cardíacas** y problemas de salud mental.
Los investigadores han enfatizado que los **determinantes sociales de la salud** juegan un papel fundamental en las disparidades de las enfermedades cardiovasculares, donde individuos con problemas de salud mental pueden enfrentar barreras en la atención, como la asequibilidad y accesibilidad. Para más información sobre este tema, visita OMS – Determinantes Sociales de la Salud.
Asimismo, la falta de alfabetización en salud puede dificultar el acceso a pruebas de detección y tratamiento. Les profesionales clínicos podrían enfrentarse a desafíos al atender a pacientes con enfermedades mentales debido al estigma y a modelos que «fragmentan» la atención de la salud psicológica y física. Este estigma también se observa en la investigación clínica, donde padecer un trastorno mental puede ser motivo de exclusión en ensayos clínicos.
El informe resalta que los modelos de predicción actuales no consideran los **trastornos de salud mental** al evaluar el riesgo de enfermedades cardíacas. Por ello, los expertos sugieren adoptar un enfoque integrado y multidisciplinario que incluya tanto la salud conductual como la mental y cardiovascular. Para más sobre este enfoque, consulta el artículo en NCBI.
«La estrecha conexión entre la salud cardiovascular y la psicológica justifica cambios en el sistema de salud que sean más accesibles para los pacientes con comorbilidades (…) Un equipo clínico sería ideal para atender a estos pacientes: un grupo de especialistas, trabajadores sociales y personal de enfermería que colaboren para brindar atención y recursos multidisciplinarios», concluyó la doctora Vaccarino.