MADRID 12 May.
Hasta 25 sociedades científico-médicas españolas han emitido un manifiesto conjunto en el que destacan las prioridades necesarias para mitigar el impacto en la salud de las bebidas alcohólicas. En él, se enfatiza que «no existe ningún nivel de consumo beneficioso para la salud», por lo que consideran inaceptables los términos ‘consumo moderado’ y ‘consumo responsable’.
«Ningún profesional sanitario debe recomendar el consumo de alcohol», subrayan en el comunicado, donde sugieren que la sociedad adopte la filosofía de que, en relación al alcohol, «cuanto menor sea el consumo, mayores serán los beneficios para la salud», ya que no hay un umbral seguro para esta sustancia.
Si bien el consumo cero de alcohol puede no ser una meta inmediata para todos, es fundamental en ciertos grupos: menores de edad, jóvenes, mujeres embarazadas y personas al volante. En estas circunstancias, la abstinencia total debe ser un objetivo innegociable para la salud pública.
En primer lugar, exigen que se alineen los impuestos del alcohol con la media europea para disminuir el consumo, especialmente entre menores y grupos vulnerables. Este impuesto debería constar de un componente lineal para todas las bebidas alcohólicas (precio mínimo unitario) y otro proporcional al grado alcohólico.
Además, piden una regulación estricta sobre la publicidad, promoción y patrocinio de bebidas alcohólicas, tanto en medios convencionales como digitales. Esto incluye a «influencers» que reciben incentivos, especialmente en contextos educativos y deportivos o cualquier lugar frecuentado por menores.
«Las bebidas 0,0 también deben ser incluidas en esta regulación», advierten, ya que pueden evocar el consumo de alcohol y abrir la puerta a quienes no deben consumirlo.
Solicitan también un etiquetado informativo en las bebidas alcohólicas que incluya información sobre el contenido energético, perfil nutricional, riesgos para menores y embarazadas, así como riesgos asociados a la conducción y para la salud en general, incluidos ciertos tipos de cáncer.
«Este etiquetado tiene respaldo científico en la reducción del consumo de alcohol y en la protección de la ciudadanía frente a la manipulación de intereses económicos en la producción y comercialización del alcohol», añaden.
Por otro lado, abogan por una mayor vigilancia del consumo en la calle y que los ayuntamientos cumplan con sus normativas al respecto. Proponen que las multas por comportamientos irresponsables sean reemplazadas por acceso a programas educativos sobre el alcohol y que se refuerce la vigilancia de alcohol al volante, apuntando a un objetivo 0,0.
Es necesario regular estrictamente los puntos de venta, horarios y accesibilidad, especialmente para los menores. La exposición de bebidas alcohólicas en establecimientos y supermercados debería ser controlada, y en la hostelería deberían prohibirse ofertas y promociones como «2×1» o «happy hours». También es crucial evitar sorteos dirigidos a jóvenes en Internet y la venta de bebidas para niños que imiten bebidas alcohólicas.
Adicionalmente, consideran esencial implementar programas educativos validados para la prevención del consumo de alcohol en la población escolar, involucrando a las familias. Se debería mejorar la asistencia sanitaria y social a través del cribado y capacitación en intervenciones breves para el consumo de riesgo y perjudicial.
Además, se debe atender a pacientes con problemas de alcohol sin estigmas al acceder al sistema de salud, considerar financiamiento sostenible y promover programas de reducción de daños por alcohol, así como fomentar un ocio libre de alcohol para normalizar conductas de no consumo.
Finalmente, concluyen que es fundamental financiar programas de investigación dirigidos a la prevención de los problemas relacionados con el alcohol y a la evaluación del impacto en la salud de las medidas políticas implementadas basadas en la evidencia.