
MADRID 19 Dic. –
El **56,1 por ciento** de las personas mayores de 75 años percibieron cambios en sus rutinas diarias tras la pandemia de Covid-19, especialmente en lo relacionado con rutinas sociales y cuidado de la salud. Las mujeres fueron las más afectadas, según una investigación liderada por la Unidad de Investigación en Cuidados y Servicios de Salud del Instituto de Salud Carlos III.
«Los resultados muestran que las personas mayores en España experimentaron **cambios sustanciales** y **persistentes** en sus rutinas diarias, y que estos cambios se asociaron con resultados de calidad de vida», explicaron las investigadoras Candela Cameselle-Lago, Milagros Rico y Teresa Moreno-Casbas, responsable del estudio publicado en Frontiers in Public Health.
El trabajo es parte del estudio multicéntrico Cuidamos+75 y analizó datos de dos cohortes, con la participación de **1.072 adultos mayores**, entrevistados entre junio de 2022 y junio de 2023 en 11 comunidades autónomas. El diseño fue de seguimiento prospectivo, con cuatro entrevistas realizadas en consulta de enfermería a lo largo de 18 meses.
En el **56 por ciento** de las personas que informaron cambios moderados o considerables en alguna de sus rutinas diarias, el **48 por ciento** mencionó un mayor impacto en sus rutinas sociales, seguidos de las relacionadas con el cuidado de la salud (**33%**) y las básicas del día a día (**26%**). Las mujeres reportaron más alteraciones que los hombres en todas las categorías, especialmente en las rutinas básicas (**30% frente a 20%**) y sanitarias (**37% frente a 26%**).
Respecto a las diferencias de género, la calidad de vida de los hombres se mostró más sensible a las alteraciones en las rutinas sanitarias. En cambio, las mujeres presentaron menor calidad de vida cuando las rutinas básicas y sociales se alteraban juntas, así como cuando los tres tipos de rutinas se veían afectadas simultáneamente.
FACTORES DE IMPACTO
El estudio señala que la asociación entre los **cambios** y la **calidad de vida** fue independiente del estado de infección por Covid-19, lo que sugiere que las **consecuencias sociales y ambientales** de la pandemia tuvieron un mayor impacto en la salud percibida que la infección en sí misma.
Además, se identificaron factores asociados a una mayor alteración de rutinas, como haber perdido a un familiar por Covid-19, mayor percepción de amenaza ante el virus, y menor apoyo social e independencia funcional. Las mujeres presentaron niveles de **ansiedad** significativamente más altos y una peor calidad de vida global que los hombres.
Una mayor edad, índice de masa corporal elevado, número de enfermedades crónicas, dependencia funcional y síntomas de ansiedad también se vincularon a una peor calidad de vida. En cambio, no se halló una asociación significativa entre infección previa por Covid-19 y calidad de vida.
Considerando las diferencias encontradas entre el impacto en mujeres y hombres, las autoras del estudio enfatizan la importancia de incorporar la **perspectiva de género** en las respuestas de salud pública ante futuras crisis. También se resalta la necesidad de desarrollar políticas y sistemas de apoyo personalizados que respondan a las necesidades de las personas mayores, enfatizando la **alfabetización digital**, estrategias de prevención y gestión de la **soledad no deseada**.
«Las estrategias destinadas a preservar o restaurar las rutinas diarias, especialmente las relacionadas con la atención sanitaria y la participación social, pueden ser clave para mantener la **autonomía** y la **calidad de vida** en las poblaciones mayores», añadieron.
La investigación cuenta con la participación de la Red de Investigación en Cronicidad, Atención Primaria y Prevención y Promoción de la Salud (RICAPPS-ISCIII) y del Área de Fragilidad y Envejecimiento del Centro de Investigación Biomédica en Red (CIBER-ISCIII).



