
MADRID, 15 Sep. (EUROPA PRESS) –
Las actividades delictivas suelen ocurrir fuera del hogar y sin la supervisión de un adulto. Por ello, no es raro que los padres **culpen a los compañeros** del mal comportamiento de sus hijos. Muchos de ellos también creen que pueden evitar problemas futuros limitando el contacto con amigos sospechosos. Sin embargo, un estudio de la Universidad Atlántica de Florida (EEUU) ha advertido que esta actitud solo empeora el comportamiento de los niños.
Los resultados de un nuevo estudio longitudinal sobre jóvenes de secundaria, publicado en ‘The Journal of Child Psychology and Psychiatry’, indican que la **desaprobación materna** hacia los amigos del niño, en respuesta a sus problemas de conducta, daña su posición social, exacerbando así los problemas que la prohibición de amistades pretendía prevenir.
El coautor y profesor de psicología en la Florida Atlantic University, Brett Laursen, junto a colegas de la Mykolas Romeris University en Vilnius, Lituania, realizó un seguimiento a una muestra de 292 niños y 270 niñas (de 9 a 14 años) a lo largo de un año escolar. Los estudiantes completaron encuestas al inicio, mitad y final del año, donde se midió el **estatus de compañeros** y la disrupción en el aula, así como autoinformes sobre problemas de conducta y la desaprobación materna percibida.
Los hallazgos del estudio revelan que los intentos de las madres de **intervenir** en relaciones problemáticas con amigos a través de la prohibición han fracasado. Aquellas que desaprobaban a los amigos de sus hijos, en realidad, empeoraron sus problemas de conducta. Específicamente, las madres que respondían a los problemas de conducta con desaprobación perjudicaron las relaciones del niño con sus compañeros, llevándolos a la **aislación social** y dificultando su adaptación.
El estudio comparó diversas formas de respuesta de compañeros de clase ante la **interferencia maternal**. Los resultados sugieren que la desaprobación materna probablemente provoca un rechazo activo por parte de sus compañeros, en lugar de simplemente reducir su círculo social.
«Los hallazgos son significativos porque iluminan el mecanismo que traduce la **desaprobación de los amigos** en un aumento de problemas de conducta. La desaprobación materna tiene consecuencias negativas debido al impacto que tiene en el estatus de pares», indica Laursen, de la Facultad de Ciencias Charles E. Schmidt de la FAU.
«Los jóvenes pueden informar a sus amigos sobre las restricciones y su justificación, o las madres pueden expresar su desaprobación directamente. En ambos casos, esto puede no ser bien recibido. Los amigos podrían responder con desprecio o burla, limitando las oportunidades sociales al evitar asociarse con alguien visto como poco popular», añade.
Los investigadores sugieren que otra posibilidad es que las madres pueden interrumpir efectivamente una amistad. «Si una amistad termina porque la madre la prohíbe, el niño necesita hacer nuevos amigos. ¿Quién querrá ser amigo de alguien con una madre controladora? Las opciones de amistad son probablemente limitadas y el niño podría verse forzado a ser amigo de alguien rechazado por sus compañeros», explica Laursen.
«A menudo, estos niños son rechazados por tener problemas de conducta. La interferencia en las relaciones con los compañeros puede forzar al niño a hacerse amigo de alguien con problemas, debido a la falta de alternativas», detalla.
Establecer amistades con niños con problemas de conducta puede generar presiones para **adaptarse** a comportamientos disruptivos que las madres intentan desalentar. Además, perder el estatus social aumenta el riesgo de problemas de conducta, elevando la angustia y poniendo a prueba los mecanismos de afrontamiento. Por último, los niños rechazados pueden quedar excluidos de interacciones sociales con sus pares, privándolos de oportunidades para desarrollar habilidades sociales adecuadas.
«Los padres deberían considerar alternativas positivas a la prohibición de amistades. Es esencial mantener relaciones afectuosas con los niños, ya que el calor y apoyo pueden ser amortiguadores contra la presión de grupo negativa, interrumpiendo así el ciclo de problemas con los compañeros», concluyen los investigadores.
Asimismo, sugieren que los padres creen oportunidades para interacciones constructivas en entornos supervisados y fomenten la participación en clubes y actividades patrocinadas por adultos, lo que potencialmente puede limitar el comportamiento desviado.



