MADRID, 16 Mar. –
Aunque pueda parecer sorprendente, y en ocasiones sientas dolor de cabeza, el cerebro es el único órgano que realmente no siente dolor en nuestro cuerpo; sin embargo, es responsable de procesar la percepción del dolor. ¿Cómo es posible?
Para comprenderlo, consultamos al doctor Fernando Pérez Parra, neurólogo adjunto del Servicio de Neurología Clínica Hospital Ruber Internacional (Madrid). En su explicación, nos recuerda que el cerebro no experimenta dolor porque carece de los receptores que detectan esta sensación, los cuales sí están presentes en otros tejidos y órganos del cuerpo.
«Los receptores se llaman ‘nociceptores’. Se activan ante lesiones, inflamaciones o estímulos nocivos en los tejidos. Es por ello que sentimos dolor en lugares como la piel, las articulaciones, el estómago o el corazón, pero no en el cerebro. Puede parecer contradictorio que el cerebro no sienta dolor, considerando que procesa esa sensación en otros lugares,» explica el experto.
Entonces, si el cerebro no tiene receptores de dolor, ¿cómo procesamos el dolor en otras partes del cuerpo? Según el neurólogo, cuando un nociceptor en un tejido se estimula, emite una señal nerviosa que se dirige a la médula espinal, alcanzando el asta posterior medular: «Allí, esa señal se transmite a través de un espacio funcional llamado ‘sinapsis’, donde se producen cambios bioquímicos y eléctricos, dirigiendo el estímulo nervioso hasta un centro cerebral esencial en el procesamiento del dolor, el tálamo».
Desde el tálamo, se envía información a la corteza cerebral, principalmente a una zona del lóbulo parietal conocida como ‘corteza somatosensorial primaria’.
Es importante destacar, según el doctor Pérez Parra, que esta señal también llega a otras áreas corticales y regiones cerebrales: «Estas regiones se conectan formando una red compleja y multidireccional. Por esto, cuando sentimos dolor es común asociarlo con otras sensaciones desagradables, tanto físicas como psicológicas, y se producen respuestas automáticas, como retirar la mano en caso de cortarse o quemarse».
De hecho, una vez que esta información se procesa en la corteza cerebral, se envía una señal de regreso al tálamo y, desde allí, el estímulo nervioso regresa al asta posterior de la médula, alcanzando la sinapsis que se conecta con el nociceptor.
¿QUÉ NOS DUELE CUANDO NOS DUELE LA CABEZA?
Nos planteamos una cuestión: ¿Por qué sentimos dolor de cabeza si el cerebro no tiene receptores del dolor? Según este especialista de Quirónsalud, al experimentar dolor de cabeza no es el cerebro lo que duele, sino las estructuras adyacentes como las meninges, los vasos sanguíneos y los músculos del cráneo y del cuello.
En el caso de la cefalea tensional, Pérez Parra indica que el dolor proviene de los músculos pericraneales, manifestándose como un dolor opresivo, generalmente en la zona frontal o como una presión en casco.
En contraste, en la migraña, el experto señala que el mecanismo fisiopatológico es más complejo, y probablemente los nociceptores en los vasos sanguíneos cerebrales y en las meninges juegan un papel importante.
«Este dolor, al igual que el de otros tejidos y órganos, también se procesa en el cerebro, siendo el núcleo trigeminal clave para recibir la sensibilidad de la región facial,» añade el doctor de Ruber Internacional.
¿POR QUÉ NO DUELEN LAS CIRUGÍAS CEREBRALES?
Considerando que en el cerebro no hay receptores de dolor, en las cirugías cerebrales, ¿es posible que los pacientes no sientan dolor durante el procedimiento si están despiertos?
El neurólogo explica que las manipulaciones en el cerebro no generan dolor porque, como se mencionó, carece de receptores de dolor o nociceptores.
Por ello, cuando un neurocirujano realiza una cirugía para tratar la epilepsia o el Parkinson sin administrar anestesia general, el paciente no experimentará dolor. «Esto se hace generalmente cuando el neurólogo y el neurocirujano necesitan que el paciente esté despierto para evaluar diferentes funciones que requieren su colaboración, como el lenguaje o la movilidad», puntualiza.
CUÁNDO EL CEREBRO SÍ PUEDE DOLER
El doctor Pérez Parra también recuerda que, aunque el cerebro en sí no duele, si se lesionan las vías y centros cerebrales del dolor, puede aparecer dolor referido en otras partes del cuerpo.
«Lo llamamos ‘dolor central’. Por ejemplo, pacientes que sufrieron un infarto cerebral en el tálamo pueden experimentar dolor en el hemicuerpo opuesto al ictus. También se observa, aunque raramente, en procesos inflamatorios, como en la Esclerosis Múltiple, o en enfermedades degenerativas como la Enfermedad de Parkinson,» subraya.
¿Y SI HAY DOLOR CRÓNICO?
¿Se altera la situación cerebral en casos de dolor crónico? En el contexto del dolor crónico, el neurólogo adjunto del Servicio de Neurología Clínica Hospital Ruber Internacional explica que se produce un fenómeno llamado ‘sensibilización’, que puede llevar a que el dolor persista de forma desproporcionada, aun cuando la causa inicial haya desaparecido o disminuido.
«La sensibilización ocurre tanto a nivel periférico en los nociceptores como a nivel central en el cerebro y la médula espinal. Durante este proceso, se liberan sustancias que activan la vía del glutamato, la cual promueve el dolor, mientras que se inactivan las vías inhibidoras, como la del GABA», aclara el médico.
Este fenómeno mantiene la señal nociceptiva, explica Pérez Parra, creando una retroalimentación del dolor. «En la cronificación del dolor también participan células del sistema nervioso central conocidas como ‘células gliales’. Su función natural es apoyar a las neuronas, pero en estas circunstancias reaccionan de manera anormal, liberando sustancias proinflamatorias y activadoras del dolor», concluye.
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